lunes, 26 de febrero de 2024

Mala memoria.


De pequeño quería tener mala memoria.

De hecho, hice varios berrinches alegando que quería dejar de recordar.

No es que tuviese malos recuerdos o que quisiese olvidar algo en específico.

Simplemente quería tener mala memoria.

No tener la obligación de acordarme de lo que ya había ocurrido.

O así lo explicaba, al menos.

De vez en cuando algunos familiares lo recuerdan y lo cuentan como una anécdota extraña cuando volvemos a vernos.

Comentan, por ejemplo, que me negaba a comer pasas, pues se decía en ese entonces que fortalecían la memoria.

O que una vez metí mi cabeza en un cubo con agua y hielo, pues se me había ocurrido que eso me ayudaría a tener una amnesia temporal.

Mi madre cuenta que una vez le dije que tenía miedo de que el cerebro se llenara de recuerdos y luego ya no entraran más.

Yo, por mi parte, creo recordar que lo que quería, realmente, era volver a sentir algunas cosas por primera vez.

O a sorprenderme con ellas.

Una película, un sabor… o un juguete incluso, que siempre se sentiría como algo nuevo.

Los elefantes son tristes porque lo recuerdan todo, le dije a una profesora a quien le explicaba un dibujo.

Y por eso caminan como si no quisieran ir realmente al lugar que van.

Esta profesora, por cierto, llamó a mi madre poco después de aquello.

Creo que temían que existiese algún trauma asociado a un hecho ocurrido tiempo atrás.

Mi madre, al parecer, sintió que la culpaban de algo, indirectamente.

Por eso, desde ese momento me prohibieron comentar aquello y hasta me castigaron en un par de ocasiones en que olvidé dicha prohibición.

Al menos algunas cosas sí se me están olvidando, debo haber pensado entonces.

Eso infiero, por supuesto, ahora que todo eso ya pasó.

¿Les conté que de pequeño quería tener mala memoria?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales