domingo, 25 de febrero de 2024

No sirvo para la pesca de arrastre.


No sirvo para la pesca de arrastre. No sé por qué, pero es algo que no haría. Un poco por elección, es cierto, pero también es cierto que, si lo intentara, no podría hacerlo. Debo ser honesto en eso, al menos, si es que elijo hablarlo. ¿Por qué no podría? Pues por varias razones, supongo. O varias carencias más bien. Digo esto pues creo que me faltarían en principio tres cosas: fuerza, convencimiento y hasta un poco de insensibilidad, para poder realizarla. Estoy consciente que lo hablo desde lo individual y que mis razones pueden parecer abstractas y absurdas para quien asocia la pesca de arrastre con experiencias o imágenes concretas y específicas. En este sentido, puedo aceptar que la pesca de arrastre, para mí, es más bien un principio. Una idea que se traslada de significante, aunque mantiene -en lo esencial-, su primer significado. Con esto, supongo, espero pueda entenderse lo relacionado a la falta de convencimiento. Ahora bien, ¿por qué digo que carezco de fuerza? Por el arrastre mismo, digamos. No es que me imagine a mí, físicamente, arrastrando una red, pero incluso para apretar un botón que genere un mecanismo que genere ese arrastre se requiere de una fuerza de la cual carezco. Y que elijo no desarrollar, por cierto. Por último, debo señalar que es mi sensibilidad, en definitiva, lo que me impide (desear) desarrollarla. En otras palabras, prefiero mantenerme frágil en este aspecto. Y seguir siendo, voluntariamente, quien soy.

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