sábado, 10 de febrero de 2024

Un oso que llevaba una tortuga.


Una vez vi a un oso que llevaba una tortuga.

Apretándola con una de sus garras, contra el cuerpo, la llevaba.

En principio pensé que se la estaba comiendo, o que la intentaría comer, pero lo cierto es que luego de un rato la dejó en piso y se dedicó a observarla.

La tortuga se asomó y dio unos pasos.

El oso se agachó para observarla y tocó el caparazón con sus garras.

La tortuga se escondió, por supuesto, pero tras varias instancias similares, la tortuga pareció dejar de temer al oso y comenzó a ignorarlo.

Tras avanzar varios metros, sin embargo, el oso tomaba a la tortuga y la ponía nuevamente en el lugar de inicio.

Esta acción se repitió, al menos, unas seis o siete veces.

Luego el ojo se distrajo y cuando quiso volver a tomar a la tortuga no la encontró.

Se dedicó entonces a buscarla, pero la tortuga se había quedado entre unos matorrales y el oso no lograba encontrarla.

Pasó así un rato hasta que el oso se distrajo nuevamente y pareció concentrarse ahora en otra cosa.

Esta vez se trataba de una piedra que el oso volteaba y la empujaba, quien sabe si relacionándola con la tortuga.

Y es que al menos en tamaño, pensé, eran parecidas.

Cuando comenzó a oscurecer, el oso se decidió finalmente a abandonar el lugar, y caminó entre los árboles por una ruta en la cual, me resultaba imposible seguirlo.

Luego que se alejó, fui hasta el lugar donde me parecía debía estar la tortuga, pero tampoco pude encontrarla.

Tras buscarla por un largo rato -incluso con una linterna con la que intenté seguirle al pista-, comencé a sentirme observado y dejé de hacerlo.

Caminé entonces hasta el pequeño refugio y me encerré en él.

Cuando amanezca, todo estará claro nuevamente, me dije.

Finalmente, intenté dormir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales