miércoles, 21 de febrero de 2024

F. contra el pavo real.


Yo no creía, pero luego vi un video.

Al principio no se notaba que era él, pero ya hacia el final el que grabó se acercó lo suficiente como para despejar las dudas.

Era F., por supuesto, enfrentándose a golpes con un pavo real.

A mí me habían llegado rumores sobre aquello, pero me parecía algo demasiado absurdo como para creerlo.

En el video, por cierto, no podía verse el inicio de la pelea, por lo que nunca sabremos qué la motivó.

Solo podemos ver los golpes que lanza F. y la forma en que el pavo real -con sus alas extendidas-, se lanza también contra él saltando lo suficiente como para picotearle la cabeza.

No hay mucha gente en el entorno, pero los pocos que hay dirigen su molestia hacia F., según lo que puede apreciarse.

De hecho, hacia el final del video se ve que algunos se acercan hasta F. -que ha quedado en el piso, derrotado-, y lo detienen, sujetándole las manos en su espalda.

-Mi teoría es que F. esperó que el ave abriese sus alas y entonces lo atacó -dice J.-. Ya sabes… en su momento de mayor belleza.

-Puede ser -digo yo.

-Debe haber sido como esa vez que se obsesionó con apagar el faro… -continúa J.-, aunque claro… un faro no se defiende…

-Es cierto -comento, tras pensarlo un rato-. Nadie se deja hoy en día, salvo un faro.

Luego de esto, recordamos lo que ocurrió aquella vez, en Reikiavik, cuando F. apagó el faro.

-¿No lo descubrieron esa vez, cierto? -pregunta J., finalmente.

-Lo descubrieron, pero no tenían pruebas… -le recuerdo a J.-. De todas formas, nadie volvió a encender el faro.

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