jueves, 29 de febrero de 2024

Estrellas fugaces.


Como había pronóstico de lluvia de estrellas fugaces fuimos hasta un lugar alejado, en la cordillera, para poder observar mejor.

Ya en el camino, sin embargo, comencé a encontrar triste esta situación.

El ir por una predicción, me refiero.

Sabiendo, más o menos, qué es lo que podemos encontrar.

Sintiendo esto, quise guardarme la tristeza, para no contagiar a los otros, pero sentí también que debía plantear mínimamente mi postura.

-¿Han pensado que ya nadie puede ir y mirar el cielo intentando descubrir algo? -pregunté.

Los otros no hicieron caso de mi observación.

Por lo mismo, intenté explicarla de mejor forma.

-Me refiero a que hoy no veremos un cometa, por ejemplo… No descubriremos nada que no estuviese ya previsto.

-¿Y eso qué? -dijeron ellos.

-¿No lo consideran un poco triste? -les dije-. Saber que aquello que vamos a observar ocurrirá dentro de ciertos márgenes...

-…

-¿No habría sido mejor encontrarnos con esa lluvia de estrellas fugaces, sin saber de ella, por ejemplo?

Guardaron silencio un buen rato antes de agregar alguna cosa.

-Está bien observar y verificar que algo ya predicho pasa -dijo alguien-. Por eso la gente se alegra en los eclipses y se abrazan cuando esto sucede… porque en el fondo siempre dudan un poco de que lo previsto vaya a suceder de la forma en que se ha previsto… y esa angustia se disipa finalmente cuando el fenómeno ocurre.

-Pues yo sigo pensando lo contrario -dije, luego de pensarlo un poco-. Estoy seguro de que, si fuésemos a ver un eclipse y todos estuviésemos preparados para que suceda y luego este no ocurre, sería algo mucho más interesante… o más valioso incluso… Probablemente luego de que no ocurriese tendríamos un poco de miedo de mirarnos, es cierto, pero estoy seguro que ese sería al menos un miedo hermoso… un temor que en el fondo es el temor normal ante aquello que es totalmente libre de ocurrir…

-Espera -me interrumpieron-, ¿te das cuenta de que lo que tú mismo estás señalando es una predicción? ¿No crees que también necesitas de esas cosas?

-Nunca lo he negado -acepté-. Solo quería plantearlo.

-Pues lo que planteas te limita a ti, sobre todo, a disfrutar de mejor forma aquello que veremos.

El tono de esa última frase me fue dicho con un tono desagradable, dañino, y debo reconocer que hasta me hirió un poco.

-Disfruto más siendo honesto conmigo mismo -señalé entonces, un tanto más severo.

Siguió el viaje y, afortunadamente, cambiamos el tema para que todo se relajara un poco.

La lluvia de estrellas fugaces, por cierto, comenzó justo en la hora programada.

Hasta donde sé, ninguno de nosotros pidió un deseo.

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