jueves, 26 de mayo de 2022

Un cuaderno al fondo del agua.


I.

No salieron peces desde el cuaderno que alguien arrojó al fondo del agua.

Eso habría ocurrido si se tratase, ciertamente, de una imagen poética desvinculada de la realidad.

Por más que hubiese hermosos textos y valiosas metáforas escritas en él, del cuaderno no brotó nada que pudiese asemejarse, en forma alguna, a un ser vivo.

Esas son solo licencias poéticas.

Están bien, por supuesto, no las critico.

Solo aclaro que no salieron peces desde aquel cuaderno.

Ni de colores ni dorados ni siquiera un trozo de alga.

Así son las cosas y está bien.

Está bien que así sean, me refiero.

Además sigue siendo un cuaderno, nada más.

Sin importar lo que esté dentro sigue siendo un cuaderno.

Un cuaderno al fondo del agua.



II.

Luego de hundirse, el cuaderno volvió, en parte, a la superficie.

No por sí solo, por supuesto, solo se aplicaron en él algunas pocas leyes físicas.

Explicarlas, por cierto, no aporta nada en este punto.

Eso sería detallar el mecanismo de las cosas que ocurren, simplemente.

Por otro lado, decir “al fondo del agua” o hablar de “superficie” refiriéndose a este elemento, es también algo impreciso.

Equívoco e impreciso, digamos, como una licencia poética

No salieron peces desde el cuaderno que alguien arrojó al fondo del agua.

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