martes, 10 de mayo de 2022

Un capítulo faltante.


Estoy seguro que esa novela tenía otro capítulo. No digo al fina ni al comienzo, pero estoy seguro que en algún momento le sacaron algo. No por gusto. O no lo sé. De todas formas, no intento aquí acusar a nadie. Por lo mismo, me inclino más a pensar que fue un descuido. Un error de edición, digamos. Una falla cuya consecuencia es aparentemente leve. Digo esto porque al menos la historia se entiende bien. Hay vacíos, por supuesto, pero siempre pequeños y comprensibles de igual forma. Por lo mismo, cuando he intentado explicar lo que percibo en esta novela me miran como si yo estuviese mal. Como si siempre esperase encontrar algo más que la simple historia. O como si el capítulo faltante, a fin de cuentas, estuviese siempre en mí y yo culpase entonces a la novela, para no aceptar mi propia falta. Yo escucho, por supuesto, aquello que dicen. Y sé que en parte es cierto, aunque solo el vacío, no la intención de no aceptar ese vacío o alguna falta. En ese sentido diría más bien que los otros temen reconocer que no perciben el capítulo faltante. Que viven como si todo estuviese completo para no tener que buscar. Para no quedarse con sensaciones que les revelen algo que probablemente no quieran escuchar. Y claro, es entonces cuando pienso que tal vez son ellos, secretamente, quienes sacaron el capítulo. Quienes lo destruyeron o escondieron en algún sitio para que su propio argumento resultase consistente. De todas formas, como decía en un inicio, no quiero aquí acusar a nadie. Solo afirmo que esa novela tenía otro capítulo. Y que, si no está, hay que escribirlo de una buena vez y agregárselo. Solo entonces, a fin de cuentas, tendremos la opción de conocer su verdadero significado. Y decidir, finalmente, qué hacemos con todo aquello.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales