domingo, 29 de mayo de 2022

Tercer subterráneo.


Me encontré con él en un supermercado, cerca del colegio donde ambos habíamos estudiado hacía ya veinte años. No estábamos tan cambiados, al parecer, pues nos reconocimos de inmediato.

Luego de hablar vagamente sobre varios temas, me contó que estaba trabajando cerca de ahí, en una construcción.

-Estoy trabajando en ese edificio que está allá, -me dijo-. Estamos haciendo un tercer subterráneo.

-¿Tercer subterráneo? -pregunté.

-Ya sabes… -me explicó-, con los planes reguladores no podemos elevarnos más, pero siempre se puede ir hacia abajo.

-¿Y no hay límite de subterráneos?

-No si se hacen como “ampliaciones”. Solo hay límites cuando se presentan los primeros planos, las primeras obras…

-Entiendo -dije yo.

Luego de esto intentó cambiar de tema varias veces, pero creo que yo no dejaba de pensar en aquello del tercer subterráneo.

Por lo mismo, si bien dejé de hacer preguntas concretas, supongo que dejé de prestar atención aquello que decía mientras por mi cabeza circulaban otras imágenes.

Pensaba, entre otras cosas, que habría un problema con las bases del propio edificio si seguía cavándose y construyendo indefinidamente bajo algo que, supuestamente, ya estaba construido. Por otro lado, me intrigaba saber si podía distinguirse ese incremento en los subterráneos si uno ve el edificio desde fuera, o si es algo que se hace imperceptible, para quien no tiene acceso al interior del mismo subterráneo.

-Si quieres podemos hacer un grupo y juntarnos a conversar un día de estos -me dijo, mientras se despedía-. Yo todavía me junto con F., M. y…

-Por supuesto, puede ser -dije yo.

Pero mentía.

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