jueves, 12 de mayo de 2022

Por donde vino, se fue.


Ya ni sé por qué me complico, me dijo. Si se entiende lo que digo está bien y de paso, se agradece. Si no se entiende es algo que afecta poco. Poco y cada vez menos, si soy sincero, aunque no diré que no afecta. No todavía, pero hacia allá vamos.

Como yo no comenté de forma alguna sus palabras, él siguió.

Uno se centra en eso, por supuesto. En la supuesta comprensión que intentamos en el otro. Y buscamos palabras y participamos entonces de un extraño juego que no gira más allá de nosotros mismos. Nunca para el otro, aunque nos mintamos. Nadie gana, por cierto, en ese juego. Usted también debe haberlo jugado, yo creo. A lo mejor hasta lo juega todavía, pero quién sabe.

Decidí seguir sin intervenir y simplemente dejarlo terminar.

¿Sabía usted que Platón nunca definió el concepto de idea? Su concepto más trascendente y esencial y no intentó siquiera definirlo. Lo rodeó, por supuesto y su discurso giró en torno a él como si fuese un satélite. Pero no dijo qué era, la idea. ¿Para qué entonces nos vamos a complicar nosotros, si nuestro discurso es infinitamente más pequeño y egoísta? ¿Podría usted decirme para qué?

Y claro, como apeló directamente en ese instante, barajé la opción de responderle, Finalmente, sin embargo, me mantuve en silencio, observándolo, hasta que él -por donde vino-, se fue.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales