viernes, 6 de mayo de 2022

Quería escribir algo sobre el mundo de las ratas.


Quería escribir algo sobre el mundo de las ratas. De las profundidades del mundo de las ratas. De la oscuridad de ese mundo. De las intrincadas y húmedas conexiones de ese mundo. Escribir algo del mundo de las ratas, en definitiva, para no hablar derechamente de las ratas, desde mi mundo, que ya es cosa más que hablada. Es decir, no se solo escribir del mundo de las ratas, sino intentar el desde el mundo de las ratas. Eso es lo que quería.

No pude, por supuesto. No lo logré. No tengo acceso al mundo de las ratas. Y cómo sé que no tengo acceso a ese mundo no solo sé que no soy una rata, sino que también sé, por extensión, que soy un hombre. Digo esto porque el ser consciente del mundo de las ratas y se consciente además de no pertenecer a ese mundo me hace inmediatamente ser un hombre (o descubrir que ya lo era, más bien). Y es que desconozco otro animal o ser que sea consciente de no pertenecer al mundo ese del que quería hablar y que no sea un hombre. Eso lo sé, por supuesto, desde el mundo de los hombres. Desde el mundo de los hombres, por cierto, desde el que no quiero escribir más.

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