sábado, 28 de mayo de 2022

Daruma.


I.

Existe una pequeña isla japonesa en la que se exhibe la mayor colección de muñecos Daruma.

No me detendré aquí a describirlos, pero contaré al menos que, como tradición, esos muñecos se venden con los ojos sin pintar. Luego, cuando alguien les pide un deseo, les pinta un ojo. Y, por último, cuando ese deseo se cumple, se le pinta el ojo faltante.

Ahora bien, la colección de muñecos que hay en esa pequeña isla tiene, en su totalidad, un solo ojo pintado.

Esto, ya que el dueño de la isla -un excéntrico millonario japonés-, tiene una serie de agentes que los compran usados en distintas tiendas de Japón, para luego enviarlos hacia la isla, donde existe un pequeño complejo hotelero y está montada exhibición gigantesca y permanente de los muñecos Daruma de un ojo pintado, que atrae en gran medida la atención de los viajeros, que van hasta el lugar.


II.

Veo el breve documental en el que se menciona esta exhibición permanente mientras ordeno algunas cosas.

En concreto, recojo libros que han quedado dispersos y un gran número de objetos que están fuera de lugar.

No sé por qué, mientras lo hago, me detengo un momento a observar todo, tapando uno de mis ojos.

Extrañamente, veo todo de igual forma, cuando hago este ejercicio.

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