sábado, 12 de marzo de 2022

Volvimos a ver a Buster Keaton.


Volvimos a ver a Buster Keaton, hace unos días.

Nos preparamos algo de comer, me cambie la ropa de trabajo, y fuimos a verlo.

Él (Buster Keaton) intentaba obtener éxito como camarógrafo, mientras lo observábamos.

Aunque en el fondo, tener éxito como camarógrafo era una herramienta más bien, para lograr otra cosa.

Habían pasado años, desde que no lo veíamos.

Al menos estando juntos.

Ahora, me percato, no nos reímos con Buster Keaton.

No a carcajadas, por lo menos.

Así y todo, tenemos una sonrisa permanente, mientras lo observamos.

Una sonrisa que es en parte fruto de la confianza, entre los tres.

Una alegría sana.

Y es que los tres actuamos un poquito, lo admito, pero lo importante aquí es que somos honestos, mientras actuamos.

Poco después se suma al grupo también un mono.

Un mono que Buster compra pensándolo muerto y que de pronto descubre que aún estaba vivo.

Se mueve extraño, aquel mono.

De forma natural, pero al mismo tiempo con una gracia que parece ser fruto de un engranaje complejo.

Tanto así que pensamos por un momento que podía tratarse de algún actor disfrazado.

Es muy pequeño el mono, a todo esto.

Pero no lo digo sintiéndome superior de ninguna forma.

Y es que en el fondo, nosotros también somos tanto o más pequeños.

O volvemos a serlo, tal vez, cada vez que volvemos a observarlo.

Sí… Ese probablemente sea el secreto.

Me refiero a que Buster Keaton viene y va, mientras la vida nos engaña haciendo creer que solo avanza.

Hasta aquí., por ejemplo, nos dice que avanza.

Ahora, hasta aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales