sábado, 19 de marzo de 2022

El poeta de Troya.


Ese hombre que está ahí.

Ese que está a solas, sobre el puente.

¿Lo ves…?

Pues ese es el hombre del que te hablaba.

Ese es el poeta de Troya.


No nació en Troya, por supuesto.

Aunque supongo que nadie que esté hoy,
vivo, sobre un puente,
nació realmente en Troya.


Tal vez no lo conozcan.

Tal vez no parezca, a primera vista,
aquel hombre,
poeta de lugar alguno.

Pero yo he leído atentamente
los poemas de ese hombre.

No sé si todos,
pero no he dejado de acercarme a aquellos
a los que tuve acceso.

Me ha costado entenderlos, es cierto,
pero viéndolo a él, finalmente,
he llegado a comprender varias cosas.

La primera, como les decía,
y la más importante,
es que él es el poeta de Troya.


Y es extraño, lo acepto.

No el hombre…
pues todos somos simplemente hombres
y en eso no hay -o no debiese haber, al menos-,
extrañeza alguna.

Es extraño, decía, que el poeta de Troya,
no solo no provenga de aquel sitio,
sino que, además,
no hable en modo alguno de Troya
al interior de sus poemas.

Y es que, incluso, es probable que poco sepa
aquel hombre, de su propia ciudad.


Puedes dudar, por supuesto,
mientras observas a aquel hombre.

Puedes pensar que invento, o que miento,
aunque jamás comprendas para qué.

Y es que ahora, sobre el puente,
ese hombre es, sin duda, es el poeta de Troya.

Y yo, sin ser bueno,
te lo he dado a conocer.

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