sábado, 5 de marzo de 2022

No sé qué decir en esos casos.


No sé ustedes, pero yo no sé qué decir en esos casos. Tal vez por eso me callo. O evito el contacto directo. O ni siquiera participo de ellos y hasta evito estar.

No me ocurre solo en un tipo de casos, por cierto, por eso no lo nombro. Puede cualquiera pensar en la alternativa que quiera y le aseguro que también me ocurre en él.

No me siento culpable por eso, pero debo confesar que al menos es extraño no saber qué decir.

O al menos en mi caso, lo siento extraño.

Y es que, si bien se me ocurren un montón de alternativas, siento que ninguna es acertada. Y cuando digo acertada me refiero a que no me parecen útiles, si bien podrían servir para “pasar desapercibido” en aquel lugar y tener una “conversación común”, sin llamar demasiado la atención.

Escribir acá, por cierto, se transforma a veces en una de esas situaciones.

Solo que acá, ese acto se transforma en una forma de estar en silencio, un tanto más cómodo, y generando un poquito de ruido.

Igual que el ruido que hace el cuerpo al estar vivo, pero en este caso se trata de un ruido que viene, sin duda, de otro sitio.

Un sitio en el que ya no sé, ciertamente, si quiero estar.

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