domingo, 13 de marzo de 2022

Mi rostro en un billete.


I.
Soñé que mi rostro estaba en un billete. O sea, no mi rostro exactamente, pero una representación mía, sin duda, estaba en él. No en uno solo, por supuesto, sino en un patrón que se repetía, pero no por eso se desgastaba. Yo estaba en cada uno de esos billetes.


II.
Lo sé. Es un sueño molesto. Peco de orgullo, incluso, si lo ven así. Por esto -si ocurre de esa forma, me refiero-, les recomiendo reunir once de ustedes y arrojarme a un foso y luego decir que fui atacado y he muerto, sin más. Y asegurar que me aleje de ustedes, por supuesto. Y todo lo que suele hacerse, en esos casos.


III.
El punto en todo caso es que esos billetes estaban por ahí. Pequeños y sin un valor específico que pueda recordar. De hecho, en el sueño simplemente había uno al fondo de un cajón, en el bolsillo de alguna prenda o un único billete al final de una caja registradora. Como si no estuviesen hechos -estos billetes-, para comprar algo en particular. Y su valor tampoco sirviera para ser dado como moneda de cambio. Ni siquiera para eso. Aun así, me parecía innegable que esos billetes debían tener algún valor. En este caso, pensé, un valor secreto. Secreto y propio, digamos. Un valor que estoy llamado -ya en plena vigilia-, a averiguar.

Ojalá tengan ustedes también, ese sueño.

Y hagan entonces lo que deben hacer.

Y etcétera.

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