jueves, 24 de septiembre de 2020

¿Razones?


I.

Me dio sus razones, pero no las escuché. O las escuché, pero no las entendí. O tal vez las entendí, pero no me parecieron razones. Podría esforzarme y determinar cuál de esas alternativas se acerca más a lo que ocurrió, pero lo cierto es que el resultado, a fin de cuentas, sería el mismo. Espero no me pidan hacer eso. Pueden tomar esa aclaración, por cierto, como les dé la gana. Ese no es mi problema. 


II.

¿Cuáles son mis problemas? Pues no sé. Muchos, supongo. Muchos y no vienen al caso. Podría hacer una lista, pero gastaría parte del poco tiempo que tengo para solucionarlos. Me refiero a que lo sé, en el fondo. Sé cuáles son. Lo que desconozco es para qué quieres que te los diga. Y aunque quisieras decirme el para qué tampoco lo escucharía. O te escucharía, pero preferiría no entender. O tal vez entendería, ciertamente, pero escogería no considerarlas razones. 


III.

Es cierto. Puedes tomarlo como una estrategia de defensa. Pero en realidad puedes tomarlo como cualquier cosa. Yo solo sé que estoy cansado. Lo resumo en eso, aunque sea mucho más. En el fondo y en la superficie estoy cansado… y en el medio están las emociones que intento proteger. Si eso no basta puedes seguir hablando. Gastando saliva en expresar razones sobre algo que no se puede razonar. Que no se debe razonar, incluso. Tú sabes, en el fondo, de qué hablo.

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