domingo, 6 de septiembre de 2020

K. se confiesa.

"Dame al menos dos pistas, me dijo,
pero no me dijo para qué"
O. W
.
K. se confiesa. No sabemos por qué. Lo vemos entrar a la iglesia. Casi como un turista, observando todo. Mientras observa, avanza por un pasillo lateral y se sienta en un banco. Cerca suyo está el confesionario. Casi siempre está vacío, pero ahora tiene un sacerdote dentro. Podemos verlo a través de unas pequeñas aberturas. Tras el confesonario hay un vitral al que no le llega la luz. Representa una escena que no distingo, aunque puede apreciarse una paloma en lo alto. Tal vez sea una imagen del bautismo, pero no es seguro. Tampoco sabemos, por cierto, para qué sirve un vitral al que no le llega luz. Mientras observamos esto K. se acerca al confesionario. Como pensando en otra cosa K. se acerca, mirando hacia otro lado. Entonces apreciamos que algo le dice al sacerdote. Sin mirarlo, pero algo le comenta. Recién entonces K. se sienta en el confesionario y comienza a hablar, con una expresión extraña. No sabemos por qué, pero da la impresión de estar confesando un pecado que todavía no comete… algo que tal vez está planificando realizar y ha venido aquí, más bien, a pedir un presupuesto. Es una impresión, por supuesto, pero digamos que es una impresión masiva. Una impresión común, incluso, si se quiere. Eso comentamos, al menos, mientras dura su visita. Luego lo vemos ponerse en pie y comenzar a alejarse del lugar, sin apuro. Aparentemente despreocupado. Podría estar silbando, con las manos en los bolsillos, y su expresión seria exactamente la misma. Así, mientras lo vemos salir de la iglesia, concluimos transformando la visita en una pequeña y peligrosa adivinanza:

Dentro del confesionario un cura.
Dentro de la sotana un cura.
Dentro del confesionario, ahora,
un hombre con sotana.
Dime lector extraordinario,
¿por qué ha venido K. con premura
a confesarse esta mañana?

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