domingo, 3 de noviembre de 2019

Tal vez soy Dios y no lo sepa.


Se le ocurrió por una pregunta que una niña le hizo a su mamá, luego de verlo en la fila de la caja en un supermercado. La niña había preguntado si él era Dios, quién sabe a raíz de qué. La madre la retó y le dijo que no, por supuesto, pero a él le quedó rondando esa idea. Tal vez soy Dios, se dijo. Tal vez soy Dios y no lo sepa. Entonces pensó de qué forma podía averiguarlo. Tras evaluar varias ideas diseñó un pequeño plan. El resumen de ese plan era el siguiente: iba a morir y resucitar a los tres días. No era una idea muy original, es cierto, pero no se le ocurrió otra cosa. Conectó entonces una cámara, en su cuarto, para grabar el experimento. Al mismo tiempo, puso un sensor en uno de sus brazos y lo conectó para monitorear sus pulsaciones y presión arterial, para comprobar efectivamente su deceso y -posiblemente-, su regreso a la vida. Por último, preparó una solución inyectable a partir de pancuronio y cloruro de potasio, a partir de la cual aseguraría el resultado. Sabía, por supuesto, que se trataba de un experimento riesgoso, pero desde que la niña había planteado la posibilidad de su divinidad, él se había convencido de la necesidad de comprobarla, y la idea de ser Dios y no saberlo ocupaban su mente casi por completo. Ajustó por lo tanto el sensor en una de sus muñecas; comprobó el funcionamiento de la video cámara y del monitoreo de sus pulsaciones. Por último, tomó la inyección y se dispuso a utilizarla. Minutos después, mientras su cuerpo se ponía rígido y comenzaba a ahogarse, se sintió seguro de poder despertar después de la muerte. Siempre lo supe, en el fondo, se decía. Además, si no era Dios, ¿quién era?, se preguntó, antes de perder la conciencia. Fue entonces que el sensor dejó de marcar pulsaciones, y el cuerpo cayó al suelo, rígido, contraído sobre sí mismo. Pasó de esta forma un día, y luego otro. Sin embargo, justo cuando comenzaba el tercero, ocurrió otra cosa. Una cosa, que, por cierto, no me interesa contar aquí. Y es que aquello que quería decir, si soy sincero, ya lo he dicho. Eso es todo.

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