sábado, 9 de noviembre de 2019

Cómo explicarlo.


No sé cómo explicarlo. No comprendía bien las cosas. A veces te contaba una serie de acciones inconexas y luego te pedía alguna opinión. Un consejo. Por lo general, ni siquiera entendía de qué se trataba así que no sabía nunca qué decirle. Además, no me sentía capacitado para dar consejos. No creo en esas cosas. Ser honesto, tal vez, en lo que uno hace. Aunque no sé muy bien qué es lo que eso significa. Me reclamaba entonces porque yo nunca le decía nada. Nada concreto, por supuesto, pues algo le decía. Lo peor es que pasado un tiempo volvías a encontrarlo y ahora parecía también culparte por sus malas decisiones. Una vez llegó en moto. Yo pensé que quería mostrarme su nuevo vehículo, pero lo noté molesto. Bajó y se dirigió directo hacia donde yo estaba y comenzó de nuevo a lanzar informaciones inconexas, como si fueran acusaciones. Por lo que entendí estaba molesto por haberse comprado la moto. Sentía que había sido un error, al parecer. Yo intenté hacer un resumen, pero no estaba seguro de haber comprendido bien: se compró una moto porque quería una excusa para poder usar un casco, fue mi conclusión. Pensé en preguntarle si era correcta, pero en vez de decirle algo le lancé un golpe. Un golpe y luego varios, digamos, pues intentó defenderse y debí tomarme en serio la disputa. Mientras peleábamos le robaron la moto. Dos tipos la subieron a una camioneta. Entonces él se distrajo y yo aproveché de lanzarle el golpe definitivo y quebrarle la nariz. Ese es mi consejo, le dije, mientras me iba. No acostumbro actuar así, pero no comprendo qué paso. O no sé, más bien, cómo explicarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales