martes, 12 de noviembre de 2019

Papas.


Por la calle en que vivo pasa un hombre en una camioneta vendiendo verduras. Pasa por lo menos tres veces a la semana y suele detenerse frente a mi casa, hasta donde vienen a comprar otros vecinos. Al menos dos de cada tres veces se acerca a la camioneta un vecino que apenas conocemos, pues no suele hablar con nadie. Es un hombre ya mayor, de al menos setenta o setenta y cinco años que vive solo, y que siempre compra papas. Por lo general compra cinco kilos que pide se los dividan en dos bolsas, para llevarlas sin problemas hasta su casa. Nunca lo he visto comprar nada más. Tampoco me he encontrado con él en almacenes cercanos. Aparentemente no tiene problemas económicos -quienes lo conocen desde hace años cuentan que tenía un cargo importante en un laboratorio-, y recibe la visita de una hija aproximadamente una vez al mes. Por lo mismo, solo nos tomamos a risa su costumbre, y bromeamos un poco sobre el asunto mientras lo vemos invariablemente llevar las papas hasta su casa. En lo personal, me intrigó bastante el asunto por lo que quise averiguar algo más sobre aquello. Sin embargo, debo reconocer que no las apila ni las entierra, ni tampoco es posible suponer algo distinto a que simplemente se las coma, por lo que incluso escribir un texto mínimo sobre él, puede parecer algo carente de sentido y real significado. Por otro lado, no faltará quien piense que tras la compra anodina de papas -o incluso tras este mismo texto-, existan intenciones distintas; un significado oculto que está destinado a un espectador/lector específico, como una señal que impulsará luego otra acción, un poco menos anodina, hasta que la posible verdadera acción, sea realizada. No niego ni confirmo nada, por supuesto. En cambio, comento que hoy pasa nuevamente el hombre de la camioneta. Veremos si todo sigue ocurriendo de la misma forma, a pesar de todo.

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