viernes, 8 de noviembre de 2019

Cables.


Como no encontramos otra cosa lo amarramos con los cables. Nos costó, pero al final usamos el del computador que está en la pieza chica, el de la aspiradora y dos alargadores que se ocupaban en el living. Tuvimos suerte que no se despertara mientras lo hacíamos porque si no hubiésemos tenido que volver a pegarle en la cabeza y es posible que se nos hubiese pasado la mano. Es difícil calcular esas cosas. Ya con los golpes que le dimos le habíamos hecho sangrar bastante y nos había tenido asustados un momento, aunque comprobamos que todavía respiraba antes de amarrarlo. La herida más grande se la había hecho en la frente, donde le quedó una especie de corte que llegaba hasta el lado de un ojo así que preferimos dejarlo boca abajo para no tener que ver esa herida, que no dejaba de sangrar. Además, le habíamos pegado un par de veces más, en el suelo, por si acaso, pero fueron golpes secos, que lo hicieron sangrar de un oído, nada más, según nos fijamos. Fue entonces que llamamos a nuestro tío para decirle lo que había ocurrido y él nos dijo que lo esperáramos y que lo amarráramos mientras, advirtiéndonos que no llamáramos a los carabineros porque estas cosas pasan en las familias y hay que arreglarlas de esa misma forma. Lo de llamar al hospital, si era necesario, lo iba a hacer él mismo, cuando llegara, en unos veinte minutos más. Luego nos preguntó por mamá y nos recomendó que uno se quedara acompañándola, en la pieza, y el otro cuidando el cuerpo amarrado, por si despertaba y se quería soltar. Como ambos preferíamos quedarnos junto al cuerpo lo echamos a suerte, pero me toco perder, así que ahora estoy en la pieza, mirando a mi mamá, que sigue sin darse cuenta que yo entré y está sentada en la cama mirando hacia otro lado. Yo nunca sé qué decirle en estos momentos así que mejor no digo nada. Cuando llegue nuestro tío, él sabrá. Como se me ocurren ideas tontas mientras miro las cosas, mejor cierro los ojos. Entonces trató de imaginar que estoy solo en esta casa y que todos los demás son fantasmas y que nada de esto ha ocurrido, realmente. Cuando pequeño, lo hacía al revés, y pensaba que yo mismo era el fantasma que rondaba por la casa, pero eso resultaba mucho más triste. Solo tengo que hacerlo hasta que llegue mi tío, en todo caso, luego él sabrá qué hacer.

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