jueves, 28 de noviembre de 2019

No me va a creer, profe.


Usted no me va a creer, profe, pero a la hora que salga llego atrasado. Ahora último hasta mi mamá me apura y me manda antes, pero igual no llego. Salgo a tomar la micro, después el metro. Camino rápido, incluso, entre una y otra cosa. Yo siento que voy rápido, pero algo debe pasar porque llego todos los días con el mismo atraso. A veces voy mirando la hora, para saber que voy bien, pero al final, cuando llego al colegio, siempre se me ha hecho tarde. Como si cuando no mirara la hora, el tiempo pasara más rápido y me hiciera trampa. Sé que no puede ser, pero yo creo que igual me pasa, al menos un poco. Si quiere estos días me voy a ir sacando fotos con el celular para demostrarle dónde voy y a qué hora, y usted se va a dar cuenta que no puedo. Que algo no me deja y que no es mi culpa, en el fondo. O sea… a veces me distraigo un poco… Puede que caminé a ratos un poco más lento o que me fije en alguna cosa o algo así, pero nunca es de gusto y además sigo avanzando para llegar acá. Yo creo que me pasa un poco como es del que hablaba en la clase el otro día y que yo creo que tampoco fue culpa suya el llegar tarde y eso que fueron como veinte años… Ese que volvía de la guerra y que la esposa lo esperaba… ¿Se acuerda que ni lo retaron…? Y eso que fueron veinte años… Yo llego veinte minutos después no más y no me creen… ¿Qué me dice? ¿Puedo pasar, entonces?

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