lunes, 18 de agosto de 2014

Si valiese la pena.



Lloraría por el mundo si valiese la pena.

Lloraría por ustedes si valiera la pena.

Lloraría por mí mismo si valiese la pena.

Y claro, luego de llorar vendría otra cosa.

Porque llorar por el mundo o por ustedes o por uno mismo es también limpiar el motor para arremeter contra aquello en que el mundo o ustedes o yo mismo nos hemos convertido.

Encendería antorchas.

Reuniría piedras.

Miraría directo a vuestros ojos para exigir más de aquello que pudimos ser.

Bebería hasta vomitar todo, salvo el corazón, del cuerpo.

Guardaría en mis bolsillos, frescos puñados de tierra.

Apretaría los puños, con alegría, para luchar contra aquello que debiésemos derribar.

Pero claro… día a día el mundo pierde un poco de valor.

Día a día vosotros perdéis un poco de valor.

Y día a día yo mismo, pierdo algo de valor.

Así, se escapa el aire de nuestros pulmones sin que retengamos nada.

Ustedes saben que es cierto.

No culpo al mundo.

No los culpo a ustedes.

No me culpo a mí mismo.

Quizá lo haría, sin embargo, si valiese la pena.

Afuera, las estrellas tan inmensas siguen viéndose apenas, como nuestra desgracia.

Tuvimos sueños y amamos, en síntesis.

Y todo esto es cierto, como mi vergüenza.

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