Lloraría por el mundo si valiese la pena.
Lloraría por ustedes si valiera la pena.
Lloraría por mí mismo si valiese la pena.
Y claro, luego de llorar vendría otra cosa.
Porque llorar por el mundo o por ustedes o por uno
mismo es también limpiar el motor para arremeter contra aquello en que el mundo
o ustedes o yo mismo nos hemos convertido.
Encendería antorchas.
Reuniría piedras.
Miraría directo a vuestros ojos para exigir más de
aquello que pudimos ser.
Bebería hasta vomitar todo, salvo el corazón, del
cuerpo.
Guardaría en mis bolsillos, frescos puñados de
tierra.
Apretaría los puños, con alegría, para luchar
contra aquello que debiésemos derribar.
Pero claro… día a día el mundo pierde un poco de valor.
Día a día vosotros perdéis un poco de valor.
Y día a día yo mismo, pierdo algo de valor.
Así, se escapa el aire de nuestros pulmones sin que
retengamos nada.
Ustedes saben que es cierto.
No culpo al mundo.
No los culpo a ustedes.
No me culpo a mí mismo.
Quizá lo haría, sin embargo, si valiese la pena.
Afuera, las estrellas tan inmensas siguen viéndose
apenas, como nuestra desgracia.
Tuvimos sueños y amamos, en síntesis.
Y todo esto es cierto, como mi vergüenza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario