Ambos estaban conversando.
Ella estaba alegre.
Él se veía entusiasmado.
Yo me acerqué a escuchar qué hablaban.
-Me encanta el final de Tolstoi –dijo él.
-¿La i…? –bromeó ella.
El negó con la cabeza, y sonrió. Entonces dijo:
-Me refiero a la última etapa de Tolstoi, cuando comienza a arrancar de
sus terrenos y pretende irse a vivir con los campesinos…
-Sé la historia, tontito –dijo ella-.
Él sonrió.
-¿También donó sus bienes, cierto? –preguntó ella.
Entonces él le explica que no muchos, que incluso la herencia que dejó
no se pudo ejecutar ya que su familia alegó que estaba demente…
-Quizá fue mejor así –dice ella.
Él asiente.
Pasa un momento.
Ambos se acercan
Él y ella se besan.
Quedan abrazados, mientras siguen la conversación..
Así, hablan de niños, de trabajo y de la casa del tío Pedro.
Pero claro, no entraré en detalles sobre ello.
En cambio, esperé un buen rato para que volviesen a nombrar a Tolstoi.
No lo hicieron.
Y es que era extraño, pero tenía ganas de escuchar hablar de Tolstoi.
Ganas de saber que a alguien aún le importase.
Entonces calculé cuánta gente podría estar hablando del final de Tolstoi.
Seriamente, me refiero.
Comprendiendo.
Comprendiendo.
Hacía frío.
Por último, dejé de calcular.
Siempre reflexivos tus textos. Se agradece...
ResponderEliminar=)
Me gusta que se besen y se queden abrazados, mas que todo...
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