Tras una serie de exámenes y radiografías el doctor llega a una
decisión.
-Vian, voy a recetarle algo –me dice.
-Gracias -digo yo.
Como el doctor no agrega nada me decido a preguntarle:
-¿Y qué me va a recetar, doctor?
-Eh… es que no sé cómo decirlo, Vian –dice él, titubeando.
-Atrévase, doctor, no hay problema…
-No se trata de atreverme o no, el problema es que realmente no sé cómo
decirlo… pero bueno, al menos puedo escribirlo… espere…
-…
-Ya, ahora sí –me dice extendiendo una hoja-. Aquí está su receta.
Recibo la receta y la observo.
-Pero esto ya estaba escrito desde antes, doctor… -señalo.
-¿A qué se refiere?
-A que está impreso… si hasta tiene letras de distinto color…
-Es que con mi letra tampoco sé escribirlo…
-Está bien, doctor, trataré de pasar por la farmacia apenas salga…
-Pues no le va a servir.
-¿Qué cosa, doctor?
-Ir a la farmacia… -me dice-. Ese es otro problema de aquello que le
receté… Desde hace años que ya no se hace.
-¿Está bromeando?
-No, Vian. También desde hace años que no bromeo.
-Pero entonces…
-Entonces nada, Vian… no intente echarme la culpa… Fue usted el que debió
venir hace años.
-Entonces… ¿no hay remedio…?
-Quizá… pero de haberlo no solo no sabría decirlo, ni escribirlo… ni
siquiera podría pensarse…
-¿Y qué hago, doctor?
-No sé, Vian… usted vea qué opciones quedan y elija una.
-Pues si no puede decirse, ni escribirse, ni pensarse… supongo que solo
queda poder sentirlo, o vivirlo…
-Hay muchas más opciones, Vian… De hecho, quizá ni siquiera la que
usted nombró lo sean…
-Intentaré resolver el problema entonces, doctor…
-Así lo espero.
-Muchas gracias, entonces…
-Ochenta mil y dos gracias –dijo él.
-¿Cómo…?
-Ese es el precio.
-Ochenta mil en efectivo y dos gracias.
-Pero es muy caro.
-Mmm… podría dejarlo en ochenta mil y un solo gracias.
-¿Y no podrían ser ochenta mil gracias y un solo mil?
-Los negocios de la salud no son conmutativos, señor Vian.
-¿Está seguro?
-Pues si usted está seguro de lo contrario, puede demostrármelo…
-¡Salud…! –dije entonces de improviso.
-¡Achís…! –estornudó el doctor.
-Ya ve… -agregué-. Queda demostrado.
-Veo – dijo él. Pero no parecía convencido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario