sábado, 16 de agosto de 2014

Recetas médicas.



Tras una serie de exámenes y radiografías el doctor llega a una decisión.

-Vian, voy a recetarle algo –me dice.

-Gracias -digo yo.

Como el doctor no agrega nada me decido a preguntarle:

-¿Y qué me va a recetar, doctor?

-Eh… es que no sé cómo decirlo, Vian –dice él, titubeando.

-Atrévase, doctor, no hay problema…

-No se trata de atreverme o no, el problema es que realmente no sé cómo decirlo… pero bueno, al menos puedo escribirlo… espere…

-…

-Ya, ahora sí –me dice extendiendo una hoja-. Aquí está su receta.

Recibo la receta y la observo.

-Pero esto ya estaba escrito desde antes, doctor… -señalo.

-¿A qué se refiere?

-A que está impreso… si hasta tiene letras de distinto color…

-Es que con mi letra tampoco sé escribirlo…

-Está bien, doctor, trataré de pasar por la farmacia apenas salga…

-Pues no le va a servir.

-¿Qué cosa, doctor?

-Ir a la farmacia… -me dice-. Ese es otro problema de aquello que le receté… Desde hace años que ya no se hace.

-¿Está bromeando?

-No, Vian. También desde hace años que no bromeo.

-Pero entonces…

-Entonces nada, Vian… no intente echarme la culpa… Fue usted el que debió venir hace años.

-Entonces… ¿no hay remedio…?

-Quizá… pero de haberlo no solo no sabría decirlo, ni escribirlo… ni siquiera podría pensarse…

-¿Y qué hago, doctor?

-No sé, Vian… usted vea qué opciones quedan y elija una.

-Pues si no puede decirse, ni escribirse, ni pensarse… supongo que solo queda poder sentirlo, o vivirlo…

-Hay muchas más opciones, Vian… De hecho, quizá ni siquiera la que usted nombró lo sean…

-Intentaré resolver el problema entonces, doctor…

-Así lo espero.

-Muchas gracias, entonces…

-Ochenta mil y dos gracias –dijo él.

-¿Cómo…?

-Ese es el precio.

-Ochenta mil en efectivo y dos gracias.

-Pero es muy caro.

-Mmm… podría dejarlo en ochenta mil y un solo gracias.

-¿Y no podrían ser ochenta mil gracias y un solo mil?

-Los negocios de la salud no son conmutativos, señor Vian.

-¿Está seguro?

-Pues si usted está seguro de lo contrario, puede demostrármelo…

-¡Salud…! –dije entonces de improviso.

-¡Achís…! –estornudó el doctor.

-Ya ve… -agregué-. Queda demostrado.

-Veo – dijo él. Pero no parecía convencido.

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