lunes, 4 de agosto de 2014

Pero entonces dejé de hacerlo.



-Yo escribía hermoso, sabes… pero entonces dejé de hacerlo…

-¿Por qué?

-Por eso: porque escribía hermoso.

-No te entiendo.

-Pues no hay mucho que entender… simplemente que consideré que escribía tan hermoso que nadie merecía leerlo…

-¿Estás bromeando?

-No. Sé que suena egoísta o altanero, pero no es así, en el fondo… Me refiero a que era hermoso en el sentido de ser sincero… Y bueno, me pareció que nadie iba a valorar esa sinceridad…

-Y entonces dejaste de hacerlo.

-Exacto.

-Además así dejabas de perder el tiempo, supongo…

-¿A qué te refieres?

-Nada especial… solo simplifico lo que me has dicho: nadie merece leerte y tú escribes, entonces es una pérdida de tiempo.

-No. No lo dejé por eso… Lo del tiempo no duele, no es importante…

-¿Y entonces?

-Entonces lo dejé porque era triste... Que nadie mereciera leerlo era una cuestión profundamente triste.

-¿Y entonces?

-¿Entonces qué?

-Entonces le cuentas esto a todos y te conviertes en una víctima, supongo…

-No digo que soy víctima.

-No lo dices, pero se puede concluir… Nadie merece leerte, después de todo.

-Pues ya ves que no entiendes, cuando intento hablar sinceramente.  Eso es justamente lo que decía.

-Pues yo te escucho y solo veo que sacas una especie de bandera con tu desgracia…

-…

-¿Y sabes…? Mientras más se agita una bandera, menos significa…

-Puede ser. Pero es justamente lo que quiero ahora. Vaciarme un poco… Dejar de significar, lo más que pueda…

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