-Yo escribía hermoso, sabes… pero entonces dejé de
hacerlo…
-¿Por qué?
-Por eso: porque escribía hermoso.
-No te entiendo.
-Pues no hay mucho que entender… simplemente que
consideré que escribía tan hermoso que nadie merecía leerlo…
-¿Estás bromeando?
-No. Sé que suena egoísta o altanero, pero no es
así, en el fondo… Me refiero a que era hermoso en el sentido de ser sincero… Y
bueno, me pareció que nadie iba a valorar esa sinceridad…
-Y entonces dejaste de hacerlo.
-Exacto.
-Además así dejabas de perder el tiempo, supongo…
-¿A qué te refieres?
-Nada especial… solo simplifico lo que me has
dicho: nadie merece leerte y tú escribes, entonces es una pérdida de tiempo.
-No. No lo dejé por eso… Lo del tiempo no duele, no
es importante…
-¿Y entonces?
-Entonces lo dejé porque era triste... Que nadie
mereciera leerlo era una cuestión profundamente triste.
-¿Y entonces?
-¿Entonces qué?
-Entonces le cuentas esto a todos y te conviertes
en una víctima, supongo…
-No digo que soy víctima.
-No lo dices, pero se puede concluir… Nadie merece
leerte, después de todo.
-Pues ya ves que no entiendes, cuando intento
hablar sinceramente. Eso es justamente
lo que decía.
-Pues yo te escucho y solo veo que sacas una
especie de bandera con tu desgracia…
-…
-¿Y sabes…? Mientras más se agita una bandera,
menos significa…
-Puede ser. Pero es justamente lo que quiero ahora.
Vaciarme un poco… Dejar de significar, lo más que pueda…
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