Primer acto:
-Yo no hablo de eso… Yo hablo de algo así como un
radar para captar el mundo… Porque claro, sabido es que vivimos en la sombra
del mundo… en la proyección… Por eso, el mundo es más bien algo pequeño que se
encuentra dentro de la proyección del
mundo real, original… O sea, no sé si dentro, pero el mundo está rodeado de la
proyección de sí mismo… Así, tal vez, ocurra que algún día nos tropecemos con
el verdadero mundo… igualito que encontrarse de golpe con una piedra, solo que
de otra consistencia… Más dura quizá… más dura, pero viva e infinitamente más
frágil… Por eso necesitamos el radar… Por eso.
Segundo acto:
-Tres momentos… Yo creo que hay tres momentos. Tener
más sería un abuso, casi… algo innecesario… Tú los eliges y te presentas, luego
te clasifican. Un nombre. Una forma de ser. Un ser. Te sentiste especial toda
tu vida y de pronto descubres que fuiste una especie de chiste en tres actos y
te dan un nombre… y te determinan. Lo peor de todo, sin embargo, es que la
clasificación es perfecta. Estoy seguro que si la escuchas ya no alegas. La
resignación como un dolor tan preciso que dejas de sentir de inmediato. Ese
eres tú. Un nombre. Una frase. Un ruido. Puede que hasta rías. Como en un
chiste. No importa si lo entiendes. No tanto.
Tercer acto:
-La biblioteca… pero esta vez la biblioteca como un
refugio que ya no basta. Porque llegar a un refugio no te protege de lo que
sucedió antes… No importa si ahora por fin está ordenada… No sé si me explico.
Es decir, si te balean no vas al refugio. En el refugio te desangras… Puede que
sea agradable, no lo niego… Dejarse ir… mezclar palabras. Desilusionar con
estilo al que esperaba más de ti… o del lenguaje… o hasta del mundo. Pero
claro, también está el refugio dentro del refugio, la biblioteca dentro de la
biblioteca… el lugar secreto ese…Tiene que haberlo. Quizá ahí también esté ese
tú chico como el mundo y descubras que fuiste proyección. Que te tropieces
contigo mismo, en pequeño, con el verdadero tú mismo. Una piedra. Un Corazón.
Quién sabe. Un chiste tal vez. Pero uno que provoca una alegría necesaria. El
dolor preciso que dejas de sentir de inmediato… ¿Lo tienes?
no...
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