I.
Me parece que sale en los hermanos Karamazov. Algo
sin importancia, pero que se menciona en dos momentos de la novela, por parte
del narrador. Lo que se menciona es la anécdota de una mujer que termina
suicidándose, lanzándose a un río que pasaba en medio de un bosque. Ahora bien,
lo que me llama la atención de esa anécdota, es el hincapié que hace el narrador
respecto a cierta desencadenante “estética” de aquella mujer, puesto que se
pone en duda que si el río hubiese pasado entre piedras, o hubiese sido un
riachuelo más tosco y menos hermoso, la mujer, muy probablemente, no se habría
matado.
II.
Recuerdo que la primera vez que leí este libro
debía retroceder una y otra vez pues sentía que me ponía a pensar en cosas que
se alejaban de la historia. Luego, debido a que esta situación me ocurría en
más ocasiones de lo normal, analicé los datos y los elementos que podían
llevarme a esto. Y bueno… fue así que descubrí que existía una sensación en mí,
al querer avanzar en la lectura, que se asociaba a la presencia de esa “anécdota”
que refiero en el primer párrafo. Una anécdota que se traducía en mí en una
sensación extraña… casi miedo incluso, o más que miedo… al momento de querer avanzar
en el libro.
III.
No tengo en este momento en mi biblioteca Los hermanos Karamazov. Me di cuenta que
faltaba mientras ordenaba y porque pensé en ella y la busqué y lo que ya dije.
Fue entonces que recordé nuevamente la anécdota y lo que ella producía en mí
señalada en los párrafos anteriores. Entonces, intenté recordar dónde acostumbraba
a dejar el libro, y comprendí que, inconscientemente, lo guardaba cerca de
otros libros que considero “de terror”. Casi todos, por cierto, asociados a la
idea de terror porque contienen un hecho que de cierta forma te amenaza. La
broma infinita, El libro del desasosiego, Archipiélago Gulag, La leyenda del
pianista en el océano…
IV.
Ojalá nunca encuentre un río a mi medida. Trato de
no pensar en aquello y suelo sentirme seguro, respecto a mi opción de elegir
levantarme cada día. Es decir, no siento que dude en lo más mínimo, si soy
sincero. Con todo, me da vueltas la anécdota de Dosto sobre esta mujer y sus
lecturas de Shakespeare y el río perfecto. Asimismo, recuerdo también cierto
pasaje en Rayuela donde Oliveira niega esta idea, pero le responden de una
forma que por un tiempo igualmente me asustó: “también existen ríos metafísicos,
Horacio… vos te vas a ahogar en uno de esos…”.
V.
¿Qué quiero hoy? Quiero leer nuevamente Los
hermanos Karamazov. Quiero salir con mi hijo mañana y disfrutar el día. Escuchar
sin miedo el disco de El Graduado de
Simon y Garfunkel. Acercarme y tomar agua desde el río perfecto.
Me suena un poco egoísta, pero es lo que quiero.
Respirar hondo.
Afirmar el corazón.
Algo se Lleva el Río
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