domingo, 19 de junio de 2011

Tal vez necesito una pausa.

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"Y su voz había sonado
como la de un perdido"
C.L.
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Tal vez necesito una pausa. Pero también es posible que esa pausa me derrumbe.

¿Qué hago entonces?

¿Le doy vueltas a una historia?

¿Dejo de enfocar otra vez el pilar débil que puede quebrarse y hacer que todo se venga abajo?

Sinceramente no lo sé.

Mejor comienzo simplemente siendo sincero:

Mi biblioteca es un caos. Un sistema en que la circulación se coagula y en el que el orden parece imposible pues no sé por dónde comenzar.

Aunque tal vez miento. Sé por dónde comenzar. El problema es que le tengo miedo a lo que viene después del orden, y en cierto sentido la felicidad me asusta. Es la única explicación que tengo.

Y es que da miedo reconocer que casi toda la carga está constituida en gran parte por las acciones o carencias de uno mismo.

No es que sea flojo, en todo caso. Hoy revisé pruebas y trabajos, por ejemplo, durante seis horas, pero prácticamente no veo un avance concreto.

Me falta una mano, una ayuda. Y me pesa estar solo. Esa es la verdad.

Y también es cierto que me cuesta seguir una dirección clara.

No quiero pedir nada. Y me gustaría no necesitar nada. Pero el juego que sigo me acerca cada vez un poco más al colapso y éste se aleja un poco más, y al final uno termina resistiendo mucho más de lo que creyó, y quizá daba reconocer que equivoqué la táctica.

Es como la historia del hombre que decidió un día dejarse morir y fue sorprendiéndose poco a poco al ver como su cuerpo resistía y no moría nunca.

Aunque claro, yo no quiero morir. No crean.

O tal vez el secreto es que una biblioteca no se puede ordenar estando solo. Y quizá por eso comencé a escribir acá y todo aquello de orden que iba a hacer y que se reveló imposible, era en realidad un llamado para que me ayudaran a ordenarla.

Pero no estoy seguro de eso, realmente.

Y claro, llegado a este punto, puede que la verdadera carencia sea eso que siempre dejamos de lado: sentirnos queridos. Y el error más grande no dejarnos querer y querer dar siempre, hasta lo que no tenemos.

Cuando pequeño, por ejemplo, yo quería ser bueno, y me costaba. Y es que era absurdo casi eso de “intentar serlo”, pues esto ya suponía una distancia y uno se complicaba… porque estaba consciente que esa distancia me alejaba de los que eran totalmente buenos. Esos que hasta sin quererlo lo eran, y les salía natural.

Por el contrario, siempre el querer estaba ligado a una serie de exigencias… y entre tanto querer dar y olvidarme de lo que verdaderamente necesitaba supongo que me fui convirtiendo en un pozo. Y como tal fui quedándome vacío. Y oscuro.

¿Suena terrible, no…?

Lo malo es que sin adornos es así. Y hoy no quiero adornos.

Ahora voy a levantarme y ordenar un poco. Y quizá haga algunas cosas más… de esas concretas como preparar un material para el trabajo, u ordenar las ropas para mañana… pero lo cierto es que será poco, pues sinceramente estoy cansado… y estoy bastante seco, como para ser pozo esta noche.

Disculpen, pero hoy no tengo nada de beber, para ofrecerles.

1 comentario:

  1. m...
    que el pozo no se seque. Que no asuste ordenar la biblioteca, sólo u acompañado.

    Estoy trabajando, no he tenido mucho tiempo, busqué meterme en mil cosas para hacer hacer y hacer, tal vez tampoco sea bueno... pero en eso estoy.
    Nos resultó el viaje a ecuador, ya tenemos los pasajes, nos financiaron una parte desde allá y partiremos rumbo al norte el 8 de julio.
    Espero el viaje me haga bien.

    Muchos saludos. hablamos.-

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