lunes, 27 de junio de 2011

No me gusta discutir, pero.

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-¿Crees de verdad que los dinosaurios están extintos? -me preguntó.

-¿Qué…?

-¿Que si crees realmente que los dinosaurios…?

-Sí escuché la pregunta, pero… ¿a qué mierda viene eso?

-A todo… le viene a todo –agregó, como si con esa frase explicara algo.

Yo pensé entonces que era un buen momento para retirarme, pero claro, si lo hacía, era muy probable que no tuviese de qué hablar en esta entrada, y yo estaría ahora rellenando la conversación con algunas frases rebuscadas y, en resumen, simplemente habría cambiado un absurdo por otro…

-¿No me vas a responder? –Insistió.

-Mira… para ser franco no lo sé… en una de esas digo que no, y tú me sales con que las lagartijas o no sé qué animales son saurios y…

-No, yo me refiero a los grandes… al tiranosaurio, al diplodocus… todos esos.

-Pues sí, si hablamos de esos sí… -contesté, pero él me miraba extraño-. ¿Debiese contestar que están extintos, no?

-Si así lo crees…

-Pero espera… ¿puedo saber cuál es el punto?

-El punto es la extinción –me dijo-. La extinción misma. El significado de la extinción.

-¿Y por qué con dinosaurios?

-Porque tengo una teoría… O un ejemplo, no sé…

-Y supongo que ahora me vas a exponer tu teoría…

-No. Te equivocas. Solo voy a pedir que te imagines algo.

-¿Qué?

-Un brontosaurio.

-¿Un brontosaurio?

-Sí.

-¿De algún color en especial?

-No, basta con que te imagines el brontosaurio…

-Ya. Listo. Qué más.

-Dime como es en el extremo de adelante…

-¿Cómo…?

-¿Cómo es en relación al resto del cuerpo?

-No sé… más delgado quizá… Si, la parte delantera, la de la cabeza me refiero, es más delgada.

-Bien… ¿Y la parte trasera?

-¿La cola?

-Sí, la cola.

-Delgada también… en comparación al cuerpo, claro.

-¿O sea que tenemos un animal delgado a ambos extremos y grueso al medio…?

-Eh… sí… ¿pero de qué mierda me quieres hablar…? ¿Esa es tu teoría?

-No, en concreto no, pero al menos nos acercamos al asunto de los significados desproporcionados.

-¿Significados desproporcionados?

-Sí, como el brontosaurio… ¿me podrías decir por qué no hay animales al revés?

-¿Cómo “al revés”?

-Al revés que el brontosaurio –me explicó- Delgados en el centro y anchos en sus extremos.

-Mmm… quizá haya alguno…

-¿Cuál?

-No sé, pero…

-Nada. No hay. Estoy seguro.

-¿De haberlos harían caer tu teoría?

-Harían caer más que eso, de seguro… Pero me alejas del centro y después te molestas…

-Ya, ¿y el centro era…?

-La extinción. El significado de la extinción.

-Ya, ¿y…?

-¿Podrías demostrarme que los dinosaurios están extintos?

-…

-¿Podrías?

-Claro… no hay uno en ninguna parte.

-Esa es una impresión, pero ¿puedes demostrarla? ¿Puedes demostrar la inexistencia de algo, o más específico aún, la extinción de algo…?

-Mmm, pues no sé… creo que no.

-Por supuesto que no, eso es lo que quería que entendieras. La premisa al menos.

-Mira, voy a ser franco –le dije-, te estoy escuchando solo para tener material para la entrada del blog de esta noche, pero realmente me importa una mierda tu teoría.

-No has escuchado mi teoría, solo escuchaste mi premisa…

-A ver, ¿cómo te lo explico…? Darle vueltas a las cosas, extintas o no extintas, me tiene sin cuidado, yo mismo por ejemplo…

-¿Me vas a contar tu premisa?

-No, hueón, te voy a dar un ejemplo de que las vueltas de mierda te dejan donde mismo.

-Ya.

-Pero no me digay “ya”, si te voy a contar cuando yo quiera…

-Ya.

-…

-Disculpa.

-¿Tú sabís que yo soy profe, cierto?

-Si po…

-Bueno, el punto es que en la empresa donde trabajo…

-¿Pero no trabajas en un colegio?

-Esas hueás son empresas, los colegios que no son empresas están extintos…

-Pero…

-¡No me digay ni una hueá…! Escucha no más… -él movió la cabeza-. El punto es que ahí tienen una supuesta preocupación por el personal, respecto a tu satisfacción en la institución… y el caso es que cada cierto tiempo te hacen una especie de encuesta para saber si estás más feliz o menos feliz que al entrar a trabajar, pero claro… a pesar que estoy menos feliz…

-¿Por qué…?

-Da lo mismo, hueón… lo importante es que estando menos feliz y contestando cada vez cosas más negativas mi encuesta sigue arrojando mejores resultados…

-Ya…

-Así que el otro día no me conformé con la respuesta y fui donde la sicóloga de la empresa, y le exigí que me pasara el formulario 34A, que es el que entregan cuando te va mal en la encuesta y sale que estás más infeliz…

-¿Y ese formulario…?

-No me interrumpay po hueón, si te estoy contando…

-Ok.

-El 34A es un formulario que reevalúa cuál sería tu trabajo ideal, y si te sale mal, o sea distinto a lo que estás trabajando, a veces negocias con la empresa y te pagan el finiquito completo, y claro… yo podría no trabajar unos meses y escribir una novela…

-¿Sobre dinosaurios?

-¡¿Qué…?!

-Que si quieres escribir una novela sobre dinosaurios.

-¿De dónde sacay esas hueás?

-No sé… se me ocurrió…

Yo tomé aire.

-Pues bien, escucha: al final me hicieron el 34A, y adivina qué fue lo que me salió como trabajo ideal…

-Mmm… ¿guardia de un zoo?

-No, hueón, me salió profesor, y me abrazaron y me ratificaron en el puesto… ¿me entiendes ahora?

-¿Entender qué?

-Que darle vueltas a las cosas te devuelve donde mismo…

-No sé… yo creo que no…

-¿Por qué?

-Mira, piensa en el brontosaurio…

-¡¿Qué…?!

-No te enojís, piensa un poco no más, ¿te acuerdas que dijiste que era delgado en ambos extremos pero ancho al medio…?

-Sí, hueón, pero no quiero hablar más de eso…

-Espera y contéstame primero: ¿Da lo mismo el extremo?

-¿Cómo?

-¿Es lo mismo el extremo delantero que el extremo trasero del brontosaurio?

-No po, hueón, no es lo mismo.

-Ok. Pues esa es mi teoría.

-¿…?

-¿Me entiendes ahora?

-Pero entonces… ¿daba lo mismo explicarla con dinosaurios? –pregunté.

-No. No daba lo mismo –me explicó con un tono que por un momento me pareció sabio-. Además trabajar con dinosaurios es lo más cercano a estar solo… sin referente concreto, me refiero, y entonces uno siempre termina hablando de uno mismo… Es decir, no están allí, claro… por lo que uno podría preguntarse qué es lo que está allí, de la forma tradicional de estar, claro…

-¿Y luego uno podría preguntarse por la forma tradicional de estar solo? –le pregunté, intentando seguir su lógica.

-Claro, ¡diste en el centro!

Lo pensé un momento, en silencio, pues las concusiones me parecían un tanto absurdas, pero tampoco quería dilatar más el asunto.

-Mmm… -dije al fin.

-¿Por qué “Mmm”? –preguntó él.

-Es que no sé… creo que a mí no me gustaría eso... como que le quitaría el misterio a la vida…

-¿Cuál misterio?

-No sé hueón, en todo caso di “cuál vida”, y la boca te queda donde mismo…

Él me miró entonces, y supongo que se percató que estaba molesto, pues comenzó a cerrar la conversación.

-¿Puedo preguntarte una última cosa, Vian? –me dijo, mientras se paraba para irse.

Yo asentí.

-¿Crees de verdad que los dinosaurios están extintos?

Pero yo no respondí, y guardé silencio.

Luego él se fue.

Por último, sentí como si estuviese resbalando por el extremo delgado de un brontosaurio, y, mientras resbalaba, sentí también que algo se me escapaba… ¿pero saben…? No supe qué.

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