sábado, 11 de junio de 2011

No soy esa clase de mujer, o sobre el correcto orden de las cosas.

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-No soy esa clase de mujer –me dijo, mientras se sentaba a mi lado y llamaba al garzón.

-¿Qué clase? –pregunté yo.

-De esas que van por ahí jodiendo y aprovechándose del primer tipo que se les cruza.

Luego llegó el garzón.

Ella explicó entonces que como había llegado antes, tenía derecho a seguir tomando 2x1. Es decir, yo pagaría por mis cervezas y ella se llevaría el trago gratis, lo que a mí no me perjudicaba en nada porque yo era de los hueones que llegó cinco minutos después, y que no teníamos derecho a promoción alguna.

-¿Tienes tatuajes? –me preguntó ella entonces, de improviso.

-¿Tatuajes?

-Sí. Ando buscando a un tipo que tiene el tatuaje de un pico en la espalda.

-¿El tatuaje de un pico…?

-Sí, de un pico, un pene… una polla… como quieras decirle…

-¿Y para qué iba a tener alguien el tatuaje de un pico en la espalda…?

-Dime primero si lo tienes o no y luego te respondo.

-Pues no, no tengo ese tatuaje.

-¿Puedo comprobarlo?

-…

-Déjame mirar desde arriba, por el cuello de la camisa, aunque sea… es importante…

-De acuerdo…

Entonces ella se paró un momento y tras abrir un par de botones de la camisa, inspeccionó y comprobó que no tenía aquel tatuaje.

-¡Qué alivio…! –dijo-. A veces tengo miedo de encontrarme con él y no reconocerlo…

-¿Ya conoces a aquel tipo?

-Sí, podría decirse que sí… De hecho fui yo misma la que le hice el tatuaje…

-¿Y para qué quería ese tatuaje, a todo esto?

-No quería ese tatuaje… en realidad quería una espada, o algo así… pero yo me inspiré y le cambié el diseño…

-Inspiración artística.

-Sí, podría decirse que sí… pero al tipo no le gustó y dicen que me está buscando…

-Para cambiar el diseño, supongo.

-Yo creo que más que eso… pero mejor no hablemos de ese asunto… ya se resolverá de alguna forma…

-Sí –agregué-, dicen que todo tiene solución.

Luego ella guardó silencio.

Volvió a venir el garzón y me trajo una cerveza artesanal de 15º y a ella un trago que tenía el mismo valor.

-¿Te puedo hacer una pregunta? –dijo ella entonces.

Yo asentí.

-¿Follas?

-¿Qué?

-Que si follas –repitió ella, y explicó la frase con un gesto técnico.

-Ah… sí, como animal –improvisé.

-¿Puedes ser más concreto…? Los pandas follan con suerte una vez cada seis años…

Yo me puse algo nervioso, así que tomé mi cerveza de un trago y pedí inmediatamente otra. Luego intenté ser concreto y explicar lo mejor que pude. Ella me interrumpió:

-Te lo pregunto porque se te nota en la piel…

-¿Qué cosa?

-Que eres bueno en eso… te imagino apasionado… agresivo…

Yo me miraba la piel de reojo, mientras ella hablaba.

-Lástima que yo haya comenzado con aquel asunto… –dijo entonces ella, cambiando el tono.

-¿Qué asunto?

-Una especie de abstinencia –me explicó, y parecía ciertamente arrepentida-, nada de sexo hasta que las cosas vuelvan a su orden…

-No te entiendo…

-Es que prometí hacer una especie de “manda”… un compromiso hasta que las cosas vuelvan a su orden…

-¿Y cuál es el orden de las cosas…? A lo mejor puedo ayudar…

-Es que no se trata solo del orden de las cosas, sino del “correcto orden de las cosas”… -agregó.

-…

-¿Sabes…? Antes no me daba cuenta… y pensaba que el orden era siempre el orden correcto, y me bastaba con planchar las ropas, regar las plantas, y tener un lugar para cada cosa…

-Y podías follar…

-Sí… claro, pero eran otros tiempos, y eran en general otras cosas, y yo pensaba que estaba bien…

-¿Y ahora…?

-Ahora es distinto, pero creo que en el fondo es más certero, más claro… el deseo de orden, me refiero…

-De orden correcto –corregí.

-Sí, de orden correcto…

-¿Y tú quieres dejar las cosas en ese tipo de orden?

-Sí, pero no todas las cosas… es decir, no puedo con todas las cosas, pero me bastaría con entender el orden correcto para algunas cosas, o para mí misma…

-Ya… pero… ¿qué tiene que ver el que no tengas sexo…? ¿Sirve de algo?

-Es que…

-No es que esté necesitado –le aclaro-, es solo interés para entender mejor…

Eso estábamos hablando cuando vimos llegar a un hombre extraño al bar. Debe haber medio cerca de dos metros y venía disfrazado de ángel, con alas y todo.

-Es él –me dijo ella.

-¿Quién?

-El tipo al que le tatué el pico en la espalda.

-¿El que está disfrazado de ángel?

-No está disfrazado, de hecho yo le tatué el asunto entre medio de las dos alas…

-…

-Son 10 en total y yo sé dónde se reúnen, y si no ponemos las cosas en el orden correcto nos van a hacer mierda…

-¿A los dos…? Pero si yo no le dibujé nada…

-Al mundo entero, me refiero, a todos…

-¿Y todo por culpa de tu tatuaje?

-No, no entiendes… ¿está mirando para acá…?

-No, está al otro lado todavía…

-Voy al baño entonces, avísame cuando se vaya, por favor…

Luego, mientras ella va al baño, yo descubro que el hombre que se pasea mesa por mesa, está vendiendo unos encendedores que tiene adheridos a la cara interna de las alas.

-¿Un encendedor? –me pregunta entonces, al pasar junto a mi mesa.

Y yo compro uno. Aunque no fumo.

Por último, después de un rato, los garzones le indican que se retire y él se aleja, en silencio.

Así, mientras el supuesto ángel sale del local, yo voy comprendiendo algunas cosas.

Y apenas lo hago, comienzo a sentir una extraña picazón en la espalda, como si brotasen plumas.

6 comentarios:

  1. jajajaajajajjajaa...BUENÍSIMO!...me he divertido muchísimo! ajjaja
    Gracias por el buen rato!...y me voy, mientras te siguen creciendo las alas! ;)

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  2. Me encantó... d donde sacás la inspiración para tus relatos?

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  3. Gracias.
    Según mis cálculos, el 80% es cierto.

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  4. Vian tengo que contarte algo. Vi una película y aunque no te he visto me acordé de vos... te imaginé así. La película se llama An Invisible Sign. Buscala, vela y me contas ;)

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  5. Ya más serio luego de ver el trailer, parece que sí...

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