miércoles, 5 de enero de 2011

Apología de las manchas.

.

I.

Hay manchas que no salen
de las ropas.

Eso me enseñaron cuando chico.

Y había que cuidarse del café,
del aceite
y hasta de la sangre,
que a veces hace costras en la tela
como si de una herida abierta
se tratase.

Y claro,
uno era algo así
como un amigo íntimo de la manchas,
o un dálmata en potencia,
y entonces venía la culpa
y uno que intentaba limpiar aquello a solas,
mientras las manchas se extendían,
inevitablemente,
como el VIH,
o el pesimismo
o las ideas de suicidio
en Finlandia.

¿Qué es lo que tiene esta camisa?
me preguntaban entonces.

Y yo no sabía cómo explicar
que el termómetro había explotado
porque uno había intentado simular,
una enfermedad que,
al menos en mi caso,
resultaba indemostrable.


II.

Lo peor del caso,
sin embargo,
era el problema económico
que había detrás
de cada mancha.

Y las manos de mamá
que uno pensaba
se iban a caer a pedazos
por nuestra culpa.

Lo que pasa es que tú
no tienes consciencia
de todo esto,

se escuchaba,
y a veces hasta se adivinaban sollozos
desde el baño,
pues las madres necesitan justificar
de alguna forma
las tristezas provocadas
por esas otras manchas
de las que nadie habla.

Con el tiempo,
sin embargo,
descubrías que las manos de mamá
no se caían,
y si bien se llenaban de marcas
que parecían heridas,
todo seguía,
de cierta forma,
en su sitio,
y aprendías entonces que el cuerpo
al igual que el espíritu,
resultaba ser,
después de todo,
mucho más resistente
de lo que se creyó
en un inicio.


III.

El tiempo pasa,
por supuesto,
y todo cambia,
como cantaba Mercedes Sosa.

Y sucede entonces
que las manchas
también
van cambiando.

Y uno aprende a disimularlas,
o hasta a quitarlas
de la ropa,
porque los biozolves,
y las nuevas tecnologías
y el truquito del hielo,
o el escobillar por el reverso…

Pero las manchas,
me pregunto:
¿A dónde van las manchas?

Porque después de todo,
las manchas eran también
algo así como cicatrices,
o como las marcas en la pared
que uno iba haciendo
para marcar el avance
en la estatura.

Y llegan entonces las manchas de vino
y de vómitos,
a reemplazar a las antiguas de chocolate,
y son tus propias manos
las que comienzan a desgastarse
en la limpieza.

Y llega entonces el día
en que miras la ropa,
sumergida en la tina
mientras la refriegas,
y te olvidas que tú eres algo más
que aquella ropa.

Y claro,
tarde nos damos cuenta,
que esa mujer grande
que cantaba,
no estaba tan en lo correcto
cuando nos decía
que todo cambia,
pues de cierta forma
ciertas cosas
-manchas en este caso-
eran heredables
y únicas
y quizá hasta eternas.


IV.

Pero no.
No son eternas.

Y eso es tan sencillo
y hasta hermoso
que a veces es secreto.

Pero yo…
yo no quiero tener secretos
con ustedes.

De hecho,
si dependiera de mí,
viajaría ahora mismo
a depositar una pequeña mancha
en ustedes.

Una mancha como un punto,
como un golpe en el hombro,
o como una flor pequeña,
de esas que nacen de pronto
desde la tela,
o desde el espíritu
o entre los bloques de pavimento.

Luego,
iría a buscar a los niños
más llenos de manchas,
y aprovecharía de jugar
y de mancharme
como si se fuese a acabar el mundo.

Aunque esto,
de que se acabe el mundo,
es otra de las cosas que,
-y esto también es un secreto-,
sólo dependen
de nosotros mismos.
.

6 comentarios:

  1. yo ocupo quix, es mal lavalozas pero buen desmanchante.
    tengo una mancha de vomito + vino en la alfombra de mi pieza, producto de un ebrio invitado.
    lo intenté con quix y desapareció.. pero con el tiempo ha vuelto a vivir.. así que ahora la tapé con otra alfombra.

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  2. a las manchas hay que quererlas,como a las cicatrices que nos recuerdan algo... es una ventaja que nuestro cuerpo haga queloides o que la lavadora lave mal.

    a propósito... quedé en un festival de videos,y ya que el blog está tan famoso, tiro la invitación ha ver si se difunde por aquí. Es under el asunto, en la casa de la cultura el bosque, a las 19.00 hrs
    Mañana es la inauguración con un coctelsillo (me dijieron que podía invitar a gente; todos invitados a bolsear comida y mancharse con vino si es que hay [ojalá que halla])
    la premiación me parece que es el sabado.
    dejo video de referencia a la anti trova el resto es sorpresa
    http://www.youtube.com/watch?v=wWNBkMnBfCs

    eso, saludos vian "h" el famoso

    http://www.festivaldevideoelbosque.org/index.html
    http://www.imelbosque.com/noticias/noticia.php?id=519

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  3. y las manchas que hay en el mar por culpa del hombre?

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  4. mmm... esas son feas... pero es que sólo valen las manchas que nos hacemos en nosotros mismos, esas por las que nos preocupamos excesivamente, y que están ahí pa recordarnos que estamos vivos, y que las cosas, y los otros, nos tocan.

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  5. Creo que sería un tanto arriesgado, pero esta apología me ha hecho recordar e imaginar.

    Recuerdo un personaje de Snoopy, que me encantaba, era casi mi favorito en la serie (que feo eso de tener favoritos, pero bueno, así era.)

    este... http://composta.net/cuacarraquear/wp-content/uploads/2009/09/pig-pen.gif

    Y me hizo imaginar una situación un tanto odiosa tal vez.
    Podría armarme mortalmente con una botellita de aceite. Y salir a la guerra contra las poleras y camisas limpias que transitan ilegalmente por las calles de Santiago.

    Me imaginé en la calle saludando y cumpliendo con mi misión... algo así como una agente especial de ciencia ficción en pro de las manchas.

    -Hola!!
    -Hola (con expresión un tanto-bastante- perpleja)
    -Vengo a regalarle una mancha. (Junto mi aceitosa mano contra su camisa o polera)
    -Que? aagh! ¡pero qué está haciendo! Mire como mierda quedó esto! ¿Usted la va a lavar acaso?
    -Un gusto, Cuídela. No necesita de alimentación ni atenciones especiales, tan solo cuídela.
    .... y escucho como el ser viviente ya manchado sigue refunfuñando a mis espaldas, mientras un audífono en mi oreja izquierda comienza a callarle de a poco, hasta que el derecho lo silencia por completo.

    Creo que me ganaría el cuasi odio de varios en la calle. Otros quizá me darían un golpe. Alguno que otro reirá y bueno muchas otras reacciones más.

    Pero lo mejor de todo, sería salir a la semana siguiente, y de todas las personas que caminan en la calle, ver de pronto alguna que va con la mancha en ellos. Orgullosa, altanera, impetuosa. Aferrada a la tela con raíces de fibras empapadas en aceite.

    Pensaré seriamente en salir a combatir la limpieza.

    Vian, muchas gracias por compartir su talento en el blog.

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