sábado, 16 de marzo de 2024

La noche se hizo para dormir.


La noche se hizo para dormir, les dicen a los niños.

Pero como ya es costumbre, les mienten.

La mayoría de las veces ni se dan cuenta, pero a veces sí.

Yo, por ejemplo, conocí a un niño lo suficientemente lógico como para cuestionar aquella frase.

No se hizo para dormir, alegaba.

Pues en los planetas que no hay nadie que pueda dormir, igual hay noche.

Era un argumento válido, por supuesto, bastante avanzado para su edad.

De hecho, más tarde me acusaron de haberle filtrado aquel argumento, pero yo, ciertamente, no le dije nada.

Así y todo, los adultos a los cuáles interpeló no tardaron en contestarle.

¿Y quién dice que tienen noche esos planetas?

El niño se quedó pensativo.

¿No tienen noche?, preguntó.

Por supuesto que no, le contestaron, si no hay nadie a quien indicarle que deba dormir, ¿para qué habría noche?

Por más que fuese absurdo, aquello sonaba lógico, desde cierto punto de vista.

De hecho, aunque con ciertas molestias, el niño pareció aceptar finalmente el argumento.

Pasaron unos segundos.

Igual no puedo obligarme a dormir, dijo el niño, para no perder del todo.

La noche puede indicarme que vaya a la cama, pero yo no elijo si me duermo o no.

Nunca en el fondo elegimos nada, quise decirle, pero extrañamente no lo hice.

Pasados unos minutos el niño regresó donde estábamos, con el pijama puesto.

Se despidió de los padres y después de mí; y yo aproveché de irme en ese instante.

No está hecha del todo, la noche, me dije, ya fuera de la casa.

Levanté la vista.

Las luces, sin embargo, no dejaban ver en el cielo, estrella alguna.

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