sábado, 2 de marzo de 2024

¿Hablar de amor?


¿Hablar de amor?

¿Estás segura que eso es lo que quieres?

¿Hablar de amor con el modelo inorgánico de Wittgenstein?

Utilizando ese modelo, me refiero.

Puedo intentar si quieres, pero sabes que no.

Que no se hará, finalmente.

Te enumeraría las razones, pero en el fondo sé que te das cuenta.

Me dejarás hablar, por supuesto, pero luego me dirás que aclare.

Lo dirás no como petición ni como orden, sino como un hecho.

Y yo lo intentaré, por supuesto, pero ese no es el punto.

El punto aquí es la forma en que quieres que esto se haga.

Porque no te basta con hacerme caer, lo que quieres es (re)diseñar esa caída.

Y esperas, además, que sea yo quien aleje sorpresivamente la silla en que yo mismo iba a sentarme.

Todo esto, por si fuera poco, desde tu rol supuestamente fuera de los hechos.

Desde detrás de la línea amarilla que te protege de caer en la vía en donde viajan los hechos.

Disculpa que me ofusque, pero sabes que es así.

O crees que sabes, más bien, pero yo pienso que te confundes.

Que no es Wittgenstein sino Hertz quien propone el modelo que realmente deseas.

Y que ninguna línea protege a nadie de forma alguna.

Ahora bien, ¿es de amor realmente de lo que quieres oír hablar?

¿O esa es la excusa para hacernos parte de una preposición que estaba acostumbrada a dejarnos fuera?

La honestidad no es parte esencial del modelo, es cierto, por eso te la pido como un favor.

Luego, por supuesto, tú verás lo que haces.

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