jueves, 14 de marzo de 2024

Fuimos por el pastel.


“El hombre es el pastel
que se hornea y se come a sí mismo,
y la receta es separación”.
A. G.


Fuimos por el pastel y llegamos con él.

Nuestra misión se había cumplido.

Siempre vamos nosotros, por cierto, y no sé por qué.

Antes pensaba que se aprovechaban de nosotros, pero ahora lo tomo como un gesto de confianza.

De igual forma, sin embargo, desconocemos la razón concreta y específica.

-Probablemente no la haya -dice T. cuando oye mis cuestionamientos-. No siempre hay razones para todo.

T., por si no lo saben, es la chica con quien vamos a buscar el pastel.

Ella es la que lo pide, por cierto, y luego me lo entrega para que yo lo cargue.

No es que sea muy pesado, pero vamos caminando hasta el lugar y el camino es largo.

Además, pienso, podría ser mal visto que ella lo cargase y yo fuese junto a ella, sin cargar nada.

El pastel va envuelto en una cubierta de cartón, sobre una base de vidrio que debemos devolver siempre cuando vamos por otro pastel.

Es una buena forma de hacernos volver, por supuesto.

La vida está llena de esas técnicas.

Cuando llegamos con los otros vamos hasta la mesa grande y sacamos el pastel y acercamos platos pequeños.

Luego uno de nosotros corta las porciones y las entrega a cada uno de nosotros.

Es extraño, pero tengo la impresión que servimos un trozo menos, cada vez.

De todas formas, como así nos toca más pastel a cada uno, prefiero no comentarlo en voz alta.

-¿Ya comiste el tuyo? -me pregunta T., amablemente.

-Sí -le digo-. Ya comí.

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