miércoles, 23 de febrero de 2022

Ya casi llego.


Ya casi llego, le digo. Pensé que no llegaba, pero ya casi llego. No me haga explicarlo, porque prefiero quedarme en la sensación, por el momento. No le estoy pidiendo nada, solo acepte mis palabras. Acepte incluso que hable solo. Toléreme como a esos borrachos parados en las esquinas que intentan hablar con alguien. Esta es mi esquina, además, después de todo.

No sé a dónde llego, le digo, pero sé que casi. Tampoco sé si llegaré a la superficie o si estoy a punto de tocar el fondo. Me alegraré de igual forma en ambos casos. La superficie no es distinta a la profundidad, después de todo. Crea en mí, no crea en lo que le han dicho. O escúcheme al menos. A mí también me mintieron e intentaron moldear mis emociones. A mi también me deformaron de esa forma. Pero yo disolví mis formas.

Ya no estoy, pero igualmente llego. O sea, no todavía, pero ya casi llego. No sé siquiera para qué, pero comprendo que era algo necesario. Parecerá que voy sin rumbo, pero en el fondo siempre hay, aunque no haya. Disculpe mis palabras. Disculpe si confundo. Ocurre igual que con esas piedras de las que ya nadie habla y que ruedan por la luna. Ya casi llego, le digo.

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