jueves, 17 de febrero de 2022

Tú y el pantano (o lo que dice el pantano)


Y no lo sabes hasta que él… o sea no él, sino tú… eh… cómo decirlo… No lo reconoces hasta que es tarde, me refiero… Solo después que te has adentrado varios pasos y el andar se torna pesado… entonces sí, claro… es él… y tú… No tú en el pantano sino tú y el pantano. Sí. Tú y el pantano. Y es que ambos están ahí, presentes. Ejerciendo fuerza, digamos, uno en el otro… No uno contra el otro. No tú alejándote y él reteniéndote. La historia no es así. Nunca es así, aunque de vez en cundo la acomodemos un poco. Tú no sabes lo que él quiere. Debieses hundirte en él para saberlo y eso es peligroso. Sucio y peligroso. Por eso es que no sabes. No es tu culpa no saber, pero sí es al menos una falta no preguntarse por ese otro. Por la voluntad que genera su fuerza, me refiero. Por el pantano en sí, finalmente. No contra ti y fuera de ti. A lo mejor él también quiere salir de aquel sitio. Por eso se aferra a ti. Por eso es otro. No tú en el pantano sino tú y el pantano. Tú y el mundo. Tú y los otros. Tú y la vida, al fin y al cabo. Lo malo es que no lo sabes hasta que ellos… o sea no bueno, sino tú… bueno… No lo comprendes hasta que es tarde, me refiero. Eso es lo que dice el pantano.

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