sábado, 26 de febrero de 2022

Tres notas.


Nota 1:

No sé bien. No tanto, al menos. Además, saber tanto más, no sé si sirve. De hecho, a veces me gustaría saber menos. O no menos, necesariamente, pero sí saber mal. Saber mal para que el saber bien no ilumine lo que no debía darse a nuestra vista. Disculpa si todo suena extraño, al decirlo de esta forma. Conozco otras, pero lo prefiero así. Además, yo creo que me entiendes. Y lo que no entiendes no hay, necesariamente, que entenderlo. Así es siempre. Casi siempre. Si te interesa, podemos hablarlo en otro momento. Tú me dices.


Nota 2:

Ayer te dejé una nota. Supongo que no la viste porque estaba en el mismo lugar que la dejé ayer. La leí y me pareció escrita por alguien más, en primera instancia. De hecho, creí que tú me habías dejado esa nota. Era un tanto confusa, pero al mismo tiempo me parecía directa. Decía, en resumen, que no quería saber bien. Que era mejor no saber bien. Sorprendentemente, al leerla, sentí que algo que sabía ayer, de buena forma, hoy lo había olvidado. O que ahora, al menos, lo sabía mal. Eso me pareció una buena noticia. Si era cierta, digamos, me pareció una buena noticia.


Nota 3:

Confieso que esta es la tercera nota que te escribo, aunque probablemente poco importe. Además, escribí y rompí las otras dos. Digo esto porque no hay pruebas de que es la tercera nota. Si quieres saberlo, rompí las anteriores porque, aunque no lo parezca, me cansan mis palabras. No solo dentro de mi cabeza, sino que me agobia encontrarlas escritas y dispersas por nuestra habitación. Juro que, si no logro volver a sentirlas valiosas, las dejaré de lado, prontamente. No saber. No decir. Me apena pensarlo, pero es cierto. Lloro un poquito, incluso, pero es de cansancio. Me despido, por si acaso. No sé bien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales