domingo, 27 de febrero de 2022

El verdadero caballo de Troya.


I.

El verdadero caballo de Troya tenía en su interior -estoy seguro-, otro caballo.

No como una matrioska.

No otro y luego otro más.

Me refiero a que tenía dentro un solo caballo.

Y para especificar agrego:

Un solo caballo vivo.


II.

Mis argumentos son claros.

Ingenuos para algunos, pero ante todo sencillos.

Solo se puede mostrar lo que se contiene.

El engaño es débil -o doble- según cómo se mire.

Contenido y continente más vinculados de lo que pudiese esperarse.

Una naturaleza, digamos, que no se divide en dos.


III.

Discuto esto con algunos.

Vacuas discusiones, si se quiere, pero es lo que hago.

Les muestro una nuez.

Disecciono, frente a ellos, algunas palabras.

Finalmente, quiebro sin querer un vaso que sostenía en una mano.

Un vidrio se entierra en mí, pero no llega hasta donde me encuentro.

No hasta donde me encuentro realmente.

Sangro un poco, pero no importa.

Sangro igual como alguien suda.

O como alguien llora.

Esa herida se cerrará con el tiempo, como por arte de magia.


IV.

No les cuento a ellos, pero ayer tuve un sueño.

Estaba alegre, y era yo, en mi sueño.

Y había otro yo en mi interior -en el yo del sueño-, que también era yo, por supuesto.

Y fue bueno el sueño.

Porque veía el futuro con un poquito más de luz, de la que creía ver, hasta entonces.

Luego ya ven:

Descubrí el verdadero caballo de Troya.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales