lunes, 14 de febrero de 2022

Las manos en su corazón.


Soñó que metía sus manos en su corazón.

En su propio corazón, aclaro.

Soñó que metía sus manos de la misma forma
como alguien mete una de las suyas en un bolso,
para buscar unas llaves.

Luego no supo que pasó y entonces hubo un ruido.

Un ligero chasquido que parecía anunciar el acceso a otro sitio.

O a otro momento distinto.

Algo así como el acceso a un sueño que encuentra dentro de su primer sueño.

Y entonces apareció en un lugar que percibió como irreal, aunque con elementos reales.

Un corazón real, por ejemplo.

Una llave real, esta vez.

Un dolor real, que no sabía situar en ningún sitio específico.

Yo la conocí en ese entonces, pero ella no lo recuerda.

Y es que no me cuenta, supongi, entre las cosas reales de aquel entonces.

Anduvimos, sin embargo, entre esas cosas reales.

Torpemente anduvimos entre ellas.

Tengo fotos y otros documentos que respaldan mis palabras.

Y más palabras, por supuesto, que no respaldan nada,
pero que intentan de alguna forma
dar cuenta de ese momento.

Un ejemplo de lo primero, que ya he dicho:

“Ella metió sus manos en su propio corazón”

Ahora un ejemplo complementario:

“No puedo culparla de haberlas metido en el mío”

Me ahorro, eso sí, la explicación final
y el detalle.

Diré simplemente que ella escuchó otro chasquido.

Nada más.

Yo, por mi parte,
me acosté en un ataúd, como un vampiro.

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