sábado, 8 de mayo de 2021

Una casa fantasma.


Fuimos a buscar pruebas a una casa fantasma. Pruebas de que era, digamos, una casa fantasma. Llevamos algunos equipos para grabar y un gran número de micrófonos que dejamos por toda la casa. Pasamos, en total, seis noches en el lugar. Cinco noches de una vez y luego otra noche. Digo noches, por cierto, pero también estuvimos ahí los días correspondientes a esas mismas noches.

No encontramos nada. Nada concreto, digamos. Un par de ruidos, digamos, nada más. Un par de ratones un día. Un pájaro que se golpeó con una ventana, en otro. Revisamos los audios por si acaso, pero lo único que escuchamos fue el silencio y nuestras voces. Había imágenes interesantes, como composiciones me refiero, pero tampoco captamos en ellas nada extraño. De cierta forma fue un fracaso, digamos.

Meses después, sin embargo, comenzó a inquietarme algo de esas grabaciones. De las de audio, principalmente. No recordaba exactamente qué era, por lo que me decidí a escucharlas, otra vez. Una vez más oí el silencio, y nuestras voces. Pero me fijé en lo que decíamos y me escuché hablando de un martillo. Algo que nunca ocurrió, por cierto, en esos días. Luego de eso me reía. O en el audio, al menos, se escuchaba que me reía. Una risa corta, común, pero que yo no había pronunciado.

Voy a recuperar el martillo, decía, en la grabación. Y no es para reparar nada.

Luego me reía, brevemente.

Hoy encontré el martillo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales