lunes, 31 de mayo de 2021

Hormigas.


I.

Vimos una larga hilera de hormigas que se iban de aquel lugar.

No era como aquellos caminos de ida y regreso que acostumbran observarse.

Y es que el viaje, digamos, se hacía en una sola dirección.

Podíamos ver desde donde se alejaban, pero (por alguna razón que desconozco) no lográbamos determinar hacia dónde se dirigían.

Se iban, simplemente.

A un ritmo regular, sin llevar con ellas cosa alguna.

Como hay que irse, digamos.

Sin retrocesos, y en una sola dirección.


II.

Tal vez por eso no me voy.

Eso pensaba mientras veía a las hormigas.

Si me hubiese ido antes no habría vuelto.

Y no volver es siempre extraño.

Me conozco lo suficiente como para saber que no regreso si me voy.

Que dejo de ser yo, cuando llego a ser otro.

Y duele dejar de lado el yo que soy, por supuesto.

Abandonándolo a su suerte.

He envejecido así, con mi yo puesto, con temor a sacármelo de encima.

Tal vez por eso no me voy.


III.

Las hormigas, en cambio, se van seguras, como si no hubiese otro camino.

Yo las observo y les digo que ya voy.

No en su misma dirección, por supuesto.

Me refiero más bien a que pronto voy a imitarlas.

Encontraré ese único camino que nos saca de aquí.

De buena forma, por supuesto.

Después de todo, es un camino que no sale del mundo.

Le da la espalda, de cierta forma, pero no lo abandona.

No cesan las hormigas, en resumen.

Algo han descubierto.

Y yo no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales