sábado, 15 de mayo de 2021

Un canguro.


Sonó el timbre de casa y fui a ver.

Casi nunca voy, pero esta vez me animé a ver quién llamaba.

Entonces lo descubrí.

Frente a la puerta, intentando tocar el timbre nuevamente, había un canguro.

Aclaro que no soy español, no hablo de una niñera o cuidadora de niños, hablo de un canguro-animal… un marsupial australiano.

Un canguro típico, digamos.

Pensé que podía tratarse de una broma así que me acerqué, para comprobar que no se trataba de un disfraz o algo parecido.

Tal vez un servicio delivery, imaginé, en el que disfrazan a sus trabajadores y entregan un producto llevándolo en la bolsa…

Pero no.

El canguro era un canguro, sin más.

Lo miré a los ojos y si no hubiese sido tan absurdo le habría preguntado algo, pero no lo hice.

Simplemente me paré frente a él, con la puerta enrejada de por medio, sin decir palabra alguna.

El marsupial era más o menos de mi estatura, un par de centímetros menos, probablemente, pero se veía tranquilo, en absoluto amenazante.

Consideré dejarlo pasar, aunque no sabía bien para qué… ni siquiera sabía de qué se alimentaba un canguro, o qué podría ofrecerle.

Finalmente, me decidí a abrir la puerta y dejarlo entrar, pues mantenernos así, frente a frente, con la puerta de pro medio, se me antojó una situación insostenible.

Abrí entonces la puerta y le hice un gesto, para que pasara, pero el canguro no se movió.

Inclinó la cabeza hacia un costado, sin mover el cuerpo y lanzó un grito del cual no o hubiese creído capaz.

Una especie de chillido que me hizo caer al suelo, sorprendido, sin que él se moviese en lo más mínimo.

Luego, simplemente el silencio.

Volvió a quedarse en su sitio y yo en el mío, sin que se acercase ni dejase de mirarme en todo momento.

Segundos después, sin razón aparente, dio media vuelta y se fue, dando algunos saltos que lo dejaron de improviso en medio de la calle, donde lo atropelló una camioneta que pasaba rápidamente en ese momento.

El canguro no chillo, no hizo sonido alguno y quedó tendido en la calle, a varios metros de la camioneta, todavía moviéndose, en el suelo.

Yo sí grité, en cambio, supongo que por lo sorpresivo de la situación.

Luego la policía y unos hombres vestidos de azul que, al parecer, terminaron sacrificando al canguro, que cubrieron con bolsas negras.

Me preguntaron unas cosas, le tomaron los datos al conductor de la camioneta y luego se fueron.

La noticia del hecho no salió en ningún sitio, aunque la busqué.

Esa es mi versión de la historia.

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