martes, 29 de octubre de 2019

No voy a discutir contigo.

Puedes creer lo que quieras. No voy a discutir contigo. Voy a dejar que tus acciones sigan el rumbo que te venga en gana. Después de todo, estoy convencido que el final será el mismo. Que llegarás a un punto donde volveré a encontrarte. Tú, por supuesto, puedes creer lo que quieras. Incluso no aceptar como verdadera ninguna de mis palabras. Sin embargo, las repito porque son ciertas. Ciertas y simples, en el fondo, y por eso caben en una frase: Conozco el sitio al que llegarás. No he estado en él, todavía, pero sin duda lo conozco. Y no hablo de la muerte, no llego tan lejos. Y tampoco es mi intención presagiar males. Solo sé que aquellos que creen –en lo que sea-, llegan finalmente al mismo punto. Lo comprobarás cuando volvamos a vernos en aquel sitio. Yo habré llegado por otro camino, por supuesto. Pero no te sorprendas: todo converge en aquel lugar. Todo lo que cree y todo lo que no cree, va a parar ahí, poco antes del fin. Como las semillas escondidas en la tierra que existe bajo el pavimento. Poco antes del fin, pero sin saberlo. Tú, sin embargo, puedes creer lo que quieras. Puedes saberlo o no saberlo, me refiero. No voy a discutir contigo. Tampoco agregaré más palabras, a todo esto.

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