lunes, 7 de octubre de 2019

El retrato de su madre.


I.

Pasó seis semanas pintando el retrato de su madre.

Ella posó los primeros días, pero después se cansó y le dejó en reemplazo un par de fotos.

En una foto sonreía y en la otra no.

En el retrato, en tanto, la figura apenas parecía su madre.

De hecho, un amigo que vio su trabajo pensó que había pintado a su padre.

Yo, que también lo vi, ni siquiera comprendí que se trataba de un retrato.

Él, sin embargo, pensó que bromeábamos y le echó la culpa a las fotos, que no tenían un encuadre profesional.

Puede que no esté perfecto, nos dijo, pero nada lo está.

Luego, mandó envolver el cuadro, pues quería regalárselo a su madre, para el cumpleaños.


II.

Llegó así el cumpleaños de su madre y ella abrió el regalo.

No lograba ver bien qué era lo que había en el cuadro, pero no comprendió que era su propio retrato hasta que su hijo se mostró ofendido y se llevó, sin más, la pintura.

Él nos contó esta situación alegando que su madre tenía un nivel bajo de educación, y que era normal que no pudiese apreciar el arte pues no estaba preparada para ello.

-Debí haberle regalado unas cremas y ya está -nos dijo.

Pensé por un momento defender a su madre, pero finalmente desistí de hacerlo.

Tal vez ocurre que él la ve así, simplemente, me dije.

No puedo culparlo de lo que ven sus ojos.

Desconozco, por cierto, qué habrá ocurrido con el cuadro y con la madre de este tipo.

Tampoco pienso averiguarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales