lunes, 18 de febrero de 2019

Lo que hacemos.

En total trotamos una hora diaria. En dos instancias de media hora, claro, sin mayores exigencias. Acostumbramos subir el segundo día y sin hablarlo nos fijamos un circuito y lo seguimos. Luego trotamos. Es sencillo. Subimos a un lugar plano, en la montaña, a trotar. Casi siempre van ovejas a comer, en ese espacio. Los primeros días se arrancan, es cierto, pero ya después de la semana no las molestamos mayormente. Nos miran recelosas, claro, pero podríamos decir que compartimos sin problemas. Por lo general después de cada trote bajamos al lago, a nadar. Solo un momento en todo caso, para refrescarnos. Luego la rutina suele cambiar, según el clima. Caminamos por la orilla del lago, por ejemplo, o hacemos una ruta más larga, hasta la playa u otro lugar. Así se nos pasa el tiempo hasta que decidimos regresar. No sé por qué, pero siempre decidimos hacerlo después de una noche despejada. En lo personal me gusta mirar las estrellas y me tranquiliza ver que cada una está donde corresponde. El día que regresamos desarmamos las carpas y subimos al lugar donde acostumbramos trotar, aunque esa mañana, por lo general, no trotamos. Simplemente observamos las ovejas y comprobamos que en el pasto ha quedado marcado, nuevamente, nuestro circuito. Eso es lo que hacemos. Luego regresamos.

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