domingo, 24 de febrero de 2019

Cuando la tierra evoca a la gente.


I.

Cuando la tierra evoca a la gente salen hongos blancos.

Ocurre en pequeñas islas, cerca de Japón.

Por lo general se trata islas que han sido habitadas y que luego han quedado desiertas.

Entonces, luego de algunos años, comienzan a verse estos hongos blancos.

Suelen medir entre un metro y un metro sesenta centímetros.

Y adoptan, según quienes los describen, cierta apariencia humana.

No una apariencia exacta, claro, pero a la distancia lo parecen.

Además, a la tierra, supongo que no le importan los detalles.


II.

Aparecen por lo general en zonas húmedas.

Cerca de pequeños bosques o en las orillas juncosas de la costa.

Sobresalen entonces, entre la vegetación y hasta transmiten cierta tranquilidad.

Me refiero a que no parecen ajenos, o figuras sobrepuestas.

Están en comunión, digamos, con el lugar.

En armonía.

Como siempre debió ser.


III.

Leí una vez que los onas, en la Patagonia, también hablaban de unas figuras parecidas.

Aunque la documentación que ahora encuentro  solo examina lo que ocurre cerca de Japón.

No aparecen en lugares habitados, según los estudios, aunque no se explica los motivos.

Yo supongo, simplemente, que no es algo necesario.

Por eso decía en un inicio que estos hongos brotan cuando la tierra evoca a las personas.

Y entonces los recrea perfectos, llenos de quieta bondad.

Tal vez eso, de cierta forma, también sea una evocación de la tierra.

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