lunes, 25 de febrero de 2019

Una ciudad bajo el agua pierde su nombre.


I.

Una ciudad bajo el agua pierde su nombre.

No es una ley, digamos, pero es lo que suele pasar.

Queda de inmediato convertida en ruinas, aunque sus estructuras no se dañen mayormente.

Entonces, al pasar el tiempo, pueden ir expediciones a visitarlas.

Les venden tours, a los visitantes, y les arriendan los implementos necesarios.

Muchos van encantados y se sacan fotos submarinas.

Cada año nacen en promedio dos ciudades, o poblados, con estas características.

Si no me creen pueden buscar información y solo entonces desconfiar.


II.

Los que han vivido en esos pueblos, sin embargo, no hacen tours.

De hecho, por lo general, no regresan.

En el mejor de los casos dan una vuelta breve, y observan desde la orilla.

Se contentan con observar, digamos, la superficie del agua.


III.

Yo mismo, si soy sincero, viví un tiempo en un pueblo que hoy se encuentra bajo el agua.

Aunque me fui del lugar años antes, por lo que no viví el proceso.

Recuerdo que alguien me dijo que bajo esas circunstancias mi sensación no contaba.

Yo estaba en la orilla, mirando la superficie del agua, y eso fue lo que me dijo.

Además, me advirtió, cuando miras el lugar desde la orilla, se te acercan bichos.

Y claro... debo admitir que lo de los bichos, al menos, era cierto.

Sin embargo, ya no me molestan.

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