martes, 6 de enero de 2015

Una vez me desperté sobrio.


Una vez me desperté sobrio
en un cuarto lleno de alemanes
y creí que estaba borracho.

Todo estaba lleno de botellas vacías
y algunos murmuraban cosas
mientras se despertaban
y no reconocía a nadie.

Lo único familiar que encontré,
entre todos,
fue un libro de Sartre que estaba tirado
en un rincón
y que escondí entre mis ropas.

Creo que se trataba de La muerte en el alma.

Entonces un alemán con pinta de chileno
me dijo algo apuntando al libro que había escondido,
y yo entendí la frase esa como una amenaza
tras haber descubierto el robo.

Y claro… como creí estar borracho
lancé sin pensar un par de golpes
que extrañamente dieron en el blanco
(porque no estaba borracho)
y tal vez gané
y me fui del lugar
y etc.

Fue así que, tambaleándome,
llegué hasta una plaza donde me arrojé sobre el pasto
mientras creía sentir
que todo daba vueltas.

Debo haber estado ahí un par de horas.

Entonces, mientras apoyaba mi cabeza sobre el libro,
comencé a recordar que tenía fiebre
hace un par de días
y recordé también que no había bebido
en lo absoluto.

Recordé entonces también a los alemanes
y a los otros alumnos de intercambio…
y hasta recordé que el libro ese de Sartre
lo había comprado hace dos meses.

Así, finalmente,
desapareció el mareo y volvió la fiebre
y me fui hasta un bar para tomar una cerveza con limón
y dos aspirinas.

Lamentablemente, como no tenían limón
ni aspirinas,
terminé tomando como seis cervezas…
pero esa es otra historia.

Nunca leí, a todo esto, ese libro de Sartre.

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