martes, 13 de enero de 2015

Comulgar con chicle.

“Hay que comulgar con chicle, de este modo
Dios fortalecerá nuestras mandíbulas”
F.P.


La idea de comulgar con chicle es mía, pero creo que se adelantó Francis Picabia.

De hecho, se la comuniqué a un cura, de pequeño, y este amenazó con prohibirme el ingreso a aquella iglesia.

Mi idea, claro, más allá del chicle, era hacer durar lo más posible la hostia… aunque ya ni recuerdo con qué objetivo.

Insistente, recuerdo haber ocultado una hostia tras fingir que me la llevaba a la boca, en una misa.

Nadie se enteró, por supuesto, salvo Dios.

Recuerdo haber guardado la hostia al interior de un libro, de los pocos que había en casa en aquella época.

Estoy casi seguro que era un pequeño libro sobre el cometa Halley.

Debo haberla olvidado ahí, con el tiempo.

Obviamente, con el tiempo –y como todos-, dejé de ir a aquella iglesia.

Supe también, con los años, que el cura había dejado de serlo y se había casado con una vendedora de un local cercano a la iglesia.

Una vez, de hecho, escuché que el cura le explicaba su situación a un tipo que le consultaba sobre su pasado.

Supongo que me disfracé de cura, para no ser cura, dijo esa vez.

Yo anoté su frase en una hoja.

Con el tiempo, resultó ser que la estrategia del cura fue usada por casi todos mis conocidos.

Es decir, hizo como todos, que nos disfrazamos de señores serios y decentes, para no ser, en nuestro interior, señores serios y decentes.

Así, podríamos decir que nos convertimos en un chicle que fuimos masticando, a medida que envejecíamos.

Por otro lado, me gusta pensar que la frase que anoté del cura la guardé inconscientemente junto a la hostia de antaño.

No sé qué más decir.

El cometa Halley volverá a pasar el año 2061.

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